UNA PRIMERA NOVELA IMPECABLE E INQUIETANTE
Lo mejor que se puede decir de una primera novela
es que no parece una primera novela. Y eso es justo lo que le pasa a “El
Secreto”, que está escrita con el pulso, la seguridad y la madurez de un autor
consagrado. Por eso resulta tan increíble que su autora sólo tuviera 29 años
cuando la publicó en 1992.
Al leer “El jilguero”, antes de ésta, ya pude
apreciar la firmeza de estilo de alguien que ha nacido para contar buenas
historias, pero no me podía ni imaginar que “El secreto”, escrita veintiún años
antes, ya contuviera todos los elementos que me gustaron en aquella. Incluso se
podría decir que la supera, ya que los cambios de tiempos y escenarios de “El
jilguero”, siendo una novela estupenda, afectan un poco a la cohesión del
relato, mientras que en “El secreto” la historia está más cerrada en sí misma,
y por ello, el resultado quizás sea más redondo.
Pocas cosas se pueden comentar acerca de la trama
de “El secreto” sin estropearla para el lector que se acerca a ella por primera
vez, así que nos limitaremos a decir que se desarrolla en el campus de una
universidad cualquiera del interior de los Estados Unidos, que la protagonizan
un grupo de estudiantes elitistas y fanáticos de la cultura clásica, y que en
ella se respira el ambiente de la mejor Patricia Highsmith junto con una permanente
sensación de vaga inquietud presente incluso en las escenas más cotidianas. Es en
esa inquietante normalidad donde radica la genialidad de esta novela. No está
pasando nada fuera de lo común, pero algo nos dice que hay algo más. Un
secreto, quizás.
Son cerca de ochocientas
páginas, pero no os preocupéis, se os harán cortas al ritmo frenético con el
que iréis pasándolas.