EL DOLOR DE PONER UN 6 A UN ALUMNO DE 10
Los que apreciamos la
literatura y el perfil público de David Trueba sufrimos cuando alguna de sus
novelas no nos parece que alcance su nivel habitual. Nos pasa un poco como a
esos profesores que tienen que poner un 6 a un alumno de 10. Así es como me
siento yo tras leer su última novela.
El asunto, los entresijos
de la gira electoral de una candidata a la presidencia del gobierno español junto
con su equipo de campaña, ya no promete mucho, la verdad, porque intuimos cómo
son estas cosas, y por eso sabemos también que no nos gustan. El personaje principal,
un experiodista cínico y amargado, que ha sido contratado por la candidata,
contra la opinión del partido, para retocar sus discursos, es un buen
personaje, nadie lo puede negar, pero Trueba nos lo describe con tanta
precisión en su amargura y fealdad, tanto exterior como interior, que lo
convierte en el ser menos atractivo del mundo. No hay esperanza para alguien
así, no hay pareja posible, no hay salida para un ser tan horroroso.
En cuanto al resto de los
personajes, son meros comparsas del principal. Ni siquiera la candidata puede
hacerle sombra en este homenaje de más de 400 páginas a ese ser humano cansado
y de vuelta de todo.
Tampoco la estructura
ayuda. Marcada por las infinitas paradas de la gira electoral en las capitales
de provincia españolas, resulta algo repetitiva y acaba cansando.
Pero no todo es malo, en “Queridos
niños” encontraréis el humor habitual, de Trueba, sus frases ingeniosas, y sus
reflexiones, esas sí, tan agudas como siempre. Y un buen final, cinematográfico
y a la altura del personaje.