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domingo, 21 de junio de 2015

RESEÑAS DE LIBROS. “LA INVENCIÓN DEL CUERPO. ARTE Y EROTISMO EN EL MUNDO CLÁSICO” DE CARMEN SÁNCHEZ (SIRUELA)


“BIBLIOTECA DE ENSAYO” NUNCA DEFRAUDA.

La colección “Biblioteca de Ensayo” de Siruela nunca defrauda. Todavía recuerdo el “Séneca” de María Zambrano, todo un clásico, que leí en el año 95. Era el número 3. Pero es que hoy sigo oyendo y leyendo a mucha gente recomendando su número 1, “El elogio de la sombra” de Tanizaki, todo un long-seller con sus 34 ediciones. Por no hablar de su último éxito, “Biografía del silencio” de Pablo d’Ors (número 54) o el que leeré próximamente, “Elogio del caminar” de David Le Breton, su número 58. Que en veintiún años sólo se hayan publicado 59 títulos, da una idea del cuidado con el que  siempre ha tratado Siruela a esta colección de ensayos de bolsillo.

“La invención del cuerpo” no es, como ya advierte su autora en la introducción, un ensayo sobre las costumbres sexuales en el mundo clásico (Grecia y Roma), sino un tratado sobre la iconografía erótica entre griegos y romanos, que no es lo mismo. Comienza haciendo un poco de historia sobre el desnudo en el arte griego, el masculino primero (asociado al ideal de belleza musculosa de atletas y guerreros) y, mucho después el femenino (más vinculado a lo cotidiano y a las deidades femeninas), con interesantes explicaciones sobre el porqué de los genitales infantiloides en las estatuas de varones y mujeres adultos, sobre la costumbre de la infibulación masculina entre los atletas o acerca de la supuesta mala suerte que podía recaer sobre aquellos que contemplaban a una mujer desnuda.

Más adelante el ensayo se centra en el significado mágico o supersticioso de símbolos eróticos tan poderosos como el miembro masculino, que abundaban en los lugares más cotidianos de Grecia o Roma sin que su imagen se considerara en la época ni obscena ni provocativa, sino más bien protectora.

Para finalizar, el capítulo “Ars erotica”, repasa la presencia de elementos eróticos en piezas de cerámica y otras obras de arte, aproximándose a la consideración del lesbianismo en la cultura clásica y sobre todo a la iniciación sexual de los varones griegos a través de relaciones homosexuales. La última parte aborda las diferentes posturas eróticas que aparecen en las piezas de cerámica y su significado social.

Al cerrar el libro hemos desterrado ideas falsas, disfrutado con algunas curiosidades y despejado bastantes dudas, así que salimos de él con una idea mucho más clara acerca de la iconografía erótica clásica, que es justo de lo que se trataba. Una vez más, “Biblioteca de Ensayo” no nos ha defraudado.

jueves, 18 de junio de 2015

RESEÑAS DE LIBROS. “EL BARCO FARO” DE SIEGFRIED LENZ (IMPEDIMENTA)


UN BUEN EJEMPLO DE LA DESOLACIÓN MORAL Y ANÍMICA DE LA ALEMANIA DE POSGUERRA

Ser alemán durante los quince años que siguieron al final de la Segunda Guerra Mundial no debió de resultar una tarea fácil. El país se hallaba hundido económica y moralmente, y un sentimiento de culpa y vergüenza colectivos lastraba a toda una generación. En ese contexto tan difícil surgió el “Grupo 47”, formado en 1947 (de ahí el nombre) por un buen número de novelistas, críticos literarios y otros intelectuales alemanes a los que unían sus dramáticas experiencias vitales y unos intereses literarios comunes. Algunos de sus miembros, los de mayor proyección internacional, son muy conocidos, entre nosotros, como el premio Nobel Günter Grass; el pensador Hans Magnus Enzensberger o el últimamente algo olvidado Heinrich Böll. Junto a ellos, hubo otros, menos internacionales, pero que resultan igualmente interesantes. Uno de ellos es Siegfried Lenz.

Los relatos que componen “El barco faro” (1960) son todos de muy buen nivel, pero hay dos que sobresalen por encima de los demás, quizás porque sean los que mejor ilustran esa confusión colectiva de carácter moral y anímico de la que hablábamos al principio: son el primero, la novela corta que da título al libro; y el último, “Los humores del mar”. En “El barco faro”, una embarcación que permanece anclada e inmóvil frente a la costa a modo de faro flotante, se ve asaltada por un grupo de delincuentes después de haber sido rescatados de un naufragio. A partir del momento en que esos elementos extraños y agresivos suben a bordo, se desatan fuertes controversias entre la tripulación y su capitán acerca de lo que se debe hacer frente a la agresión que están sufriendo. En esa disputa casi silenciosa, hay un elemento que mina la autoridad del capitán, su presunto comportamiento poco honroso en un episodio del pasado. No es difícil ver en esta historia casi alegórica, las dudas morales de los ciudadanos alemanes, que pudieron sentirse a la vez víctimas y culpables por su sometimiento a la violencia de los nazis.

“Los humores del mar” cuenta las peripecias de un grupo de hombres que, en su huída de Alemania a bordo de una precaria embarcación, deben enfrentarse a la niebla y las tormentas para intentar llegar a las costas de Dinamarca sin ser descubiertos por los guardacostas. Este relato, no sólo puede representar la claustrofobia que debieron de  sentir muchos alemanes dentro de un país aislado y agresivo al mismo tiempo (otra vez la alegoría), sino que recrea un episodio de la vida del propio Siegfried Lenz, que hacia el final de la guerra decidió desertar del ejército y se refugió en Dinamarca.

Del resto de los relatos, me gustan especialmente “Un amigo del gobierno” y “El hijo del dictador”. Ambos resultan tan actuales que podrían desarrollarse, por ejemplo, en la Corea del Norte de nuestros días.

miércoles, 17 de junio de 2015

LEYENDO “EN BUSCA DEL TIEMPO PERDIDO”. CUADERNO DE ESCALADA (2). LOS SHERPAS.

En mis cuatro anteriores intentos de alcanzar la cumbre proustiana no utilicé sherpa ni guía ni cualquier otro tipo de ayuda externa, quizás por eso fracasé. Para esta ocasión, he decidido cambiar de estrategia y cuento con tres (de momento) libros auxiliares diferentes y complementarios. Por desgracia, ninguno de ellos está publicado en español. En realidad, no hay mucha bibliografía sobre Proust en español y mucha menos sobre “En busca del tiempo perdido”, aunque tampoco soy un experto. Lo mismo me estoy perdiendo algún libro trascendental que no conozco. En fin, estos son mis tres sherpas:

MARCEL PROUST’S SEARCH FOR LOST TIME. A READER’S GUIDE TO “REMEMBRANCE OF THINGS PAST” de Patrick Alexander (Vintage Books)

Ésta es la más simple de las guías, pero muy útil al mismo tiempo. Se divide en tres partes.
Primera parte: “Lo que sucede en Proust”. Es un resumen libro por libro y parte por parte de “En busca del tiempo perdido”. No hay riesgo de que nos destripe el argumento porque lo importante en esta novela no se encuentra ni mucho menos en la trama, y sin embargo este resumen puede ayudarnos en momentos de ligera desorientación y desaliento. Para hacer trabajos escolares sin haberse leído la novela puede ser también bastante útil, pero ese es otro tema.
Segunda parte: “Quién es quién en Proust”. Se trata de una guía alfabética de los personajes más importantes de la novela (unos 60). En cada entrada se explica quién es el personaje, los principales rasgos de su carácter, así como su papel y evolución a lo largo de la historia. Reconozco que estos resúmenes están muy bien hechos y a mí me están ayudando bastante. Más que los de la primera parte.
Tercera parte: “El mundo de Proust”. Es la más corta de las tres y se compone de una serie de artículos sobre la biografía de Proust, el París en el que vivió y en el que se desarrolla parte de su novela, la Belle Époque y el “Asunto Dreyfuss”.
Cierra el libro un apéndice que recoge una bibliografía sobre “En busca del tiempo perdido” y Proust. Es muy buena, sobre todo porque es de esas que piensan más en la utilidad para el lector que en el lucimiento del autor. También hay un apartado dedicado a las páginas de internet sobre Proust y su obra, aunque, por la propia volatilidad del medio, no es tan interesante.
Como curiosidad, también encontraremos en el apéndice un cómputo de páginas y de palabras por libros y total. Ya os anticipo que la novela se extiende a lo largo de 3.275 páginas y que para llegar a la última (sin saltarnos ninguna, claro) habremos tenido que leer 1.404.975 palabras solamente.

UN ÉTÉ AVEC PROUST de Varios Autores (Éditions des Équateurs/France Inter)

Recoge una serie de charlas que, bajo el título general de “Un verano con Proust”, tuvieron lugar durante el verano de 2013 en un programa de la radio francesa (France Inter). Aquí no debemos buscar una guía precisa y “práctica”, como en el caso del libro de Alexander, sino una verdadera introducción a “En busca del tiempo perdido”. A lo largo de sus páginas, varios autores, especialistas en diferentes campos, nos acercan a otras tantas perspectivas desde las que se puede abordar la obra. En ella, Proust nos habla de pintura, de historia, de política, de música, de filosofía y, por supuesto del tiempo y del recuerdo. Por eso, este libro, pequeño en tamaño, pero muy iluminador para el que quiera avanzar por la obra de Proust, se divide en los siguientes capítulos: I. El tiempo; II. Los personajes; III. Proust y su mundo; IV. El amor; V. El imaginario; VI. Los escenarios; VII. Proust y los filósofos; y VIII. Las artes.
Es una verdadera lástima que “Un verano con Proust” no se haya traducido aún al español porque es una muy buena puerta de entrada a “En busca del tiempo perdido”. En el verano de 2012, en la misma radio, tuvo lugar otro ciclo de programas sobre Montaigne que originó un libro parecido con el título de “Un verano con Montaigne” que sí ha sido traducido por la editorial Paidós. Habrá que pedirles que, por favor, hagan lo mismo con el de Proust.

LE MUSÉE IMAGINAIRE DE MARCEL PROUST de Eric Karpeles (Thames and Hudson)

A lo largo de “En busca del tiempo perdido” hay infinidad de referencias a cuadros y pinturas de clásicos y contemporáneos. Proust las usa constantemente para ilustrar ideas, sensaciones y también para ayudar a perfilar los retratos de los personajes. Es muy frecuente en la descripción de personas que indique que se parecen a tal personaje de tal cuadro o que alguno de sus rasgos le recuerda a tal otro. Proust era lo que se suele llamar un esteta, un entusiasta de todas las artes y muy en especial de la música y la pintura. No dejaba de ir a conciertos o exposiciones, a la última incluso poco antes de su muerte. Por eso, todas las artes en general, y sobre todo estas dos, tienen una presencia tan intensa en su novela. Quizás toda esta inclinación artística pueda hallar su justificación en “La prisionera”, el quinto volumen de la novela, cuando escribe que “la belleza es una promesa de la felicidad”. Para Proust es además una forma de sublimación en el sentido psicoanalítico de la palabra.
Lo que hace este libro es recoger todas las referencias a cuadros a lo largo de la novela situando la cita textual al lado de una imagen del cuadro al que hace referencia. Por supuesto que no es un libro esencial para seguir la lectura de “En busca del tiempo perdido”, pero sí la hace más agradable, sirviendo sus imágenes como ilustraciones de la novela. Aparte de esta edición en francés, hay otra en ingles. En español, de momento, no ha sido publicada.

sábado, 6 de junio de 2015

RESEÑAS DE LIBROS. “JARDINES. LOS VERDADEROS Y LOS OTROS” DE UMBERTO PASTI. ILUSTRACIONES DE PIERRE LE-TAN (ELBA)


TRAS LA ÚLTIMA PÁGINA, SERÁS CAPAZ DE DISTINGUIR UN VERDADERO JARDÍN DE UNA MERA ACUMULACIÓN DE PLANTAS SIN ALMA. TODO UN APRENDIZAJE.

Hay muchas maneras de llegar a saber de un libro, de acercarse a él, de dejar que nos cuente lo que lleva dentro. En mi caso, no llegué a “Jardines…” por su asunto; disfruto mucho de los jardines, pero no suelo leer al respecto. Tampoco fue por el autor, al que no conocía en absoluto. Fueron las ilustraciones de Pierre Le-Tan las que me llevaron a “Jardines…”. Lo conozco desde hace muchos años como ilustrador de las portadas de Patrick Modiano (mucho antes de que recibiera el premio Nobel) para Gallimard, en su colección Folio de bolsillo. Siempre me ha admirado su interpretación en dibujos de ese universo onírico tan propio de Modiano, hasta el punto de que ya no puedo imaginar otras portadas para sus novelas, como tampoco se puede pensar en “El Pequeño Nicolas” sin los dibujos de Sempé o en las historias de Roald Dahl sin las ilustraciones de Quentin Blake.





Ya tenía el libro en mis manos, gracias a Pierre Le-Tan, como digo. Y entonces, al pasar las primeras páginas, caí, para mi asombro, en el prólogo de José Carlos Llop, uno de los autores españoles contemporáneos más interesantes, tanto como lo puede ser Modiano en Francia, y con universos muy próximos entre sí. Y además, comisario de la exposición que el Centro de Arte Reina Sofía dedicó a la obra de Pierre Le-Tan en 2004, en cuyo catálogo, como el propio Llop cuenta, se incluyó, a instancias de Pierre Le-Tan, un artículo de su amigo Umberto Pasti. De este modo, queda cerrado el círculo que une a estas cuatro personalidades fascinantes.



Umberto Pasti se dedica a muchas cosas. Es periodista, traductor, escritor, coleccionista, y sobre todo jardinero, de su propio jardín cerca de Tánger y de los que acepta idear por encargo. En este libro, trata de resumir su filosofía personal en torno a esos espacios mágicos que son los jardines. Para ello, lo primero que hace es despotricar contra todos los que no considera como tales, como el del coleccionista, el del millonario, el de diseño, el morisco o los de las rotondas de las carreteras. Arremete contra todos ellos con una mezcla de furia y humor, que resulta irresistible y muy divertida. En su diatriba apenas salva los jardines más modestos, las humildes latas con plantas de las gasolineras, los que cultiva la señora normal y corriente para su propio disfrute o el patio pobre y algo desordenado de una familia marroquí donde los animales y los cachivaches abundan más que las propias plantas. En sus propias palabras, la belleza de un jardín radica en su funcionalidad, en lo que lo vincula a las necesidades de los que lo cultivan, por eso considera que un jardín es hermoso cuando se plantan en él especies que podrán completar todo su ciclo de vida, siendo además coherentes con la historia y la cultura del lugar. Al contrario, un jardín le resulta feo y vulgar cuando el criterio estético es el único que se utiliza para su disposición. Para Pasti, la belleza de una planta se encuentra en su propia vida y la jardinería sólo lo es de verdad cuando fomenta el conocimiento y el respeto por las múltiples formas en que esas vidas se entrelazan con la nuestra.






Al final, a pesar de haber llegado hasta el libro de Pasti por los dibujos, cierro la última página feliz por sentirme ahora capaz de distinguir un verdadero jardín de una mera acumulación de plantas sin alma. Todo un aprendizaje.


martes, 2 de junio de 2015

RESEÑAS DE LIBROS. “EL LUMINOSO REGALO” DE MANUEL VILAS (ALFAGUARA)


MANUEL VILAS HA SIDO BENDECIDO CON EL “LUMINOSO REGALO LITERARIO”

A lo largo de los cuatro o cinco días que me ha llevado la lectura de esta espléndida novela, no he podido dejar de darle vueltas a ese tópico tan gastado (como todos) acerca de lo azaroso que resulta el éxito de masas, lo absurdo de la popularidad y los complejos mecanismos que generan los fenómenos virales. Y todo por haber sucumbido a la tentación de compararla odiosamente con esa otra de cuyo nombre no quiero acordarme que trata acerca de las relaciones ¿afectivas? entre un millonario y una ingenua estudiante universitaria. Y lo recuerdo aquí, a pesar de que el mero hecho de mencionarla en esta reseña, aunque sólo sea a modo de contraste, ya supone un agravio hacia “El luminoso regalo”. No hay entre ellas más punto en común que el contenido erótico de ambas. Y a partir de ahí, ya todo las separa como polos opuestos de un imán. Mientras que una representa lo simple, la mala literatura, los personajes planos, la falta de verosimilitud, los diálogos ridículos, las situaciones grotescas, en fin…; la otra, bueno, pues todo lo contrario. Y entonces por qué tantísimos lectores para una novela que se cae de las manos y sin embargo un público tan minoritario para la que es mucho más interesante. Ni idea. No se me ocurre ninguna explicación de verdad convincente.

La novela de Manuel Vilas sigue las andanzas de un adicto al sexo, un moderno Casanova, y sus encuentros con un gran número de mujeres que no pueden evitar caer bajo el influjo de su magnetismo, el “luminoso regalo” del título. No quiero abundar demasiado en la trama porque lo que de verdad importa es la elaboración del protagonista y de su equivalente femenino, alguien, como él, permanentemente insatisfecho; los intensos monólogos interiores; los diferentes narradores (todos ellos maravillosamente poco fiables); los cambios de punto de vista; o el relato perfecto de los encuentros, sin caer ni en lo remilgado ni en lo tosco. No es fácil explicar un personaje como el que protagoniza esta novela, como tampoco lo es contar lo que “El luminoso regalo” cuenta y a mí me parece que de ambos retos sale el autor más que airoso. Y para rematar, en las últimas páginas, cuando ya parecía que todo el pescado estaba vendido y la novela iba ya llegando a puerto con calma, ¡Zas!, un final apoteósico que uno lee con los ojos como platos. Eso es un golpe de efecto y lo demás son tonterías. Habrá que seguir leyendo a Manuel Vilas porque él mismo parece poseedor del “luminoso regalo” (literario, claro).