EL UNIVERSO
HABITUAL DE FRED VARGAS SAZONADO CON ISLANDIA Y ROBESPIERRE.
Para los que nos gusta la literatura policíaca, pero estamos un
poco harto del esquema "crimen – investigación – resolución", Fred Vargas es sin
duda nuestra autora. No porque prescinda de la estructura clásica, que no lo
hace, sino porque, como les ocurre a los autores más interesantes del género
(desde Simenon, por ejemplo, hasta el recientemente fallecido Mankell, que
también edita Siruela), siempre ofrece mucho más. En las novelas de Vargas,
como en las de los mencionados, la trama detectivesca tiene un papel
importante, pero no primordial, la investigación debe compartir protagonismo
con otros muchos elementos que resultan tan atractivos o más que la propia
búsqueda del asesino.
Tiempos de hielo es la undécima entrega de las aventuras del
comisario Adamsberg, por lo que a los fieles seguidores de Fred Vargas hay poco
que explicarles a estas alturas acerca de su universo humano habitual, pero sí
convendría informar a los recién llegados que el grupo de investigación que
dirige el comisario Adamsberg es uno de los más pintorescos y extravagantes de
la literatura policiaca. Tenemos al policía experto en peces; al que alterna
periodos de sueño y de vigilia de tres horas (respetados religiosamente por sus
jefes y compañeros); al inspector cuya memoria prodigiosa lo convierte en un
erudito en casi todos los temas; a una mujer de físico descomunal, que es con
diferencia, la más fuerte de todo el equipo; y, por supuesto, al propio
Adamsberg, de personalidad melancólica e introvertida, que aplica a sus
investigaciones mucha más intuición que técnicas deductivas. Hay también un
vecino del comisario, un viejo exiliado español, cuyas cervezas y lacónicos
consejos, ayudan muchísimo al avance de la investigación.
Por supuesto, resulta prácticamente imposible encontrar este
tipo de policías en las comisarías reales, y mucho menos, concentrados en una
sola, pero este ataque directo a la verosimilitud no nos saca de la historia
sino que nos hace disfrutar más todavía de ella. Siempre que entremos en el
juego de Vargas, claro.
En Tiempos de
hielo, junto a los atractivos habituales de la serie, encontramos otros dos
ya propios de esta novela, una subtrama gélida que se desarrolla en Islandia y
un fascinante club de admiradores de Robespierre que han conseguido despertarme
un renovado interés por la revolución Francesa y sus principales personajes. Los
buenos libros siempre te llevan a otros.