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lunes, 15 de diciembre de 2014

HE DEJADO SIN ACABAR... "LA MÚSICA DEL SILENCIO" DE PATRICK ROTHFUSS (PLAZA Y JANÉS)



Me gustan mucho “El nombre del viento” y “El temor de un hombre sabio”, me parece que ambas están entre las mejores novelas de fantasía de la historia, y por eso, como el resto de sus admiradores, espero con impaciencia que Patrick Rothfuss publique la novela con la que cerrará su trilogía, y me gustaría que lo hiciera con una obra que estuviera a la altura de las dos primeras para que su obra quedé perfectamente rematada.


Dicho lo anterior, me apena informaros de que he tenido que abandonar la lectura de “La música del silencio” en la página 28. Quince páginas es todo lo que he podido aguantar leyendo esta novela centrada en Auri, uno de los personajes secundarios de la trilogía, al ver que no pasaba nada y al sospechar (tras un breve repaso a las siguientes páginas) que nada es lo que iba a ocurrir en las 117 restantes.

Es más que evidente que Patrick Rothfuss ha podido publicar este ejercicio literario, más que novela, porque se lo ha ganado con sus dos obras maestras. De otra forma, ningún editor con dos dedos de frente habría accedido a su publicación. Pero esto no lo digo yo sólo, el propio Rothfuss entre el prólogo y la nota final del autor afirma cosas como éstas:

“Quizá no quieras comprar este libro”.

“Ésta es una historia un poco rara”.

“No hace muchas de las cosas que tiene que hacer una historia a la manera clásica”

“Un relato tiene que tener diálogos, acción, conflictos. Tiene que tener más de un personaje. ¡Lo que he escrito es una viñeta de 30.000 palabras!

“Cuando lean esto, mis lectores se van a cabrear”.

“La gente leerá esto y se llevará una decepción”.

Bueno pues Rothfuss acierta en todo lo que dice, pero al parecer, sus lectores de confianza y sus editores le convencieron de que lo que se traía entre manos era una joya que sólo apreciarían unos pocos. Es evidente que yo no soy uno de los elegidos.

domingo, 14 de diciembre de 2014

ACABO DE LEER... "NADA SE OPONE A LA NOCHE" DE DELPHINE DE VIGAN (ANAGRAMA)


Qué novela más impresionante. No es fácil escribir algo así, una novela de las llamadas ahora de no ficción, sobre tu propia familia; escribir sobre tus abuelos como si no lo fueran, saber meterte en su piel de cuando eran incluso más jóvenes que tú y empezaban su vida en común; y narrar la infancia de tus tíos y de tu madre con tanta sencillez como precisión, convirtiéndolos en personajes sin quitarles ni un gramo de autenticidad; y convertirte a ti misma en personaje cuando te toca nacer, y a tu hermana, y a tu padre. Y, claro, no es fácil contar hechos dolorosos, a veces también vergonzosos, o sólo trágicos, muchos dramas y pocas alegrías, con el equilibrio con el que lo hace Delphine de Vigan, con una ecuanimidad que la aleja tanto del morbo como del pudor. Hablar de tu madre, hacer de ella la protagonista absoluta de tu novela, y de su lucha por la vida a pesar de sus circunstancias, tan difíciles, con cariño y compasión, pero también a veces con hartazgo, lograr comprenderla y que al mismo tiempo lo hagamos nosotros también, los lectores. Y todo eso sólo en 400 páginas donde no sobra ni falta una sola.

Hacía mucho que no leía una novela tan redonda, tan perfecta, tan íntima. Su lectura es magnética, te atrapa y no te deja hasta que conoces a esa familia más que a la tuya misma. No me extraña nada que haya sido un gran éxito en Francia, ni que haya recibido tantos premios de los de verdad, de los que dan los lectores con sus votaciones desinteresadas.

No dejéis de leer “Nada se opone a la noche”. No es una novela alegre, pero encontraréis pocas con tanta verdad dentro, con tanta humanidad.

miércoles, 3 de diciembre de 2014

ACABO DE LEER… “LO QUE APRENDEMOS DE LOS GATOS" DE PALOMA DÍAZ-MAS (ANAGRAMA)


Éste es un libro para aquellos que tienen uno o varios gatos en su casa, para los que los tuvieron y para los que querrían tenerlos. Los demás lectores pueden ahorrarse su lectura porque lo más probable es que lo que aquí se cuenta no les vaya a interesar demasiado.

La dueña de Tris-Tras (un gato) primero, y de Tris y Tras (dos gatos) después, disfruta tanto contando sus peripecias, manías y costumbres como el lector propietario de gato reconociendo al suyo en los protagonistas. Así puede apartar la vista del libro de vez en cuando para contemplarlo con arrobo dormido en algún lugar confortable de la casa y pensar que es un verdadero gato como el del libro.

Por lo demás, hay algunas descripciones bonitas y, la verdad, no mucho más. Éste es uno de esos casos en los que el título promete más de lo que hay. Los gatos, me parece a mí, pueden dar bastante más de sí tanto didáctica como literariamente. En cualquier caso, el libro se lee con agrado.

En la parte negativa, algunas reiteraciones y sobre todo el abuso de la palabra "pulpejos", que no logro entender, con lo bonita que es "almohadillas".

martes, 2 de diciembre de 2014

LA PARTIDA QUE GANÓ EL TIEMPO. LITERATURA, FANTASMAS Y PUBLICIDAD


El Museo Cerralbo, en Madrid, no es tan espectacular ni tan conocido como el Prado o el Thyssen, pero para mí tiene un encanto muy especial. Se trata de un palacio mandado construir a finales del siglo XIX por don Enrique de Aguilera y Gamboa, XVII marqués de Cerralbo, para convertirlo en su vivienda familiar. Debía ser también lo suficientemente espacioso como para albergar sus diversas colecciones porque el marqués de Cerralbo, aparte de furibundo miembro del Partido Carlista y senador, tuvo infinidad de intereses variados: la literatura, la arqueología, las bellas artes, la jardinería, la historia, la filosofía, la cría de caballos… Como además tenía medios más que suficientes para sufragarse sus caprichos, se dedicó a recorrer Europa con su familia recopilando objetos artísticos y arqueológicos con la intención de acabar creando con todos ellos un museo al estilo de las galerías italianas. Por eso, a su muerte en 1922 legó su palacio y sus colecciones al Estado “para el estudio de los aficionados a la ciencia y el arte”.


Casi todos los niños madrileños suelen visitar el museo Cerralbo al menos una vez con el colegio. En mi caso, cuando fui con mi clase ya lo conocía porque me habían llevado antes mis padres. Después, a lo largo de los años, he vuelto varias veces hasta que se cerró en 2006 para modernizar sus instalaciones. En mis visitas, tanto las de niño como las de adulto, siempre me ha interesado mucho más el ambiente algo fantasmagórico de la mansión que la multitud de piezas artísticas, históricas o arqueológicas que surgen por todos lados. Y es que la casa de los Cerralbo, una especie de paréntesis del tiempo en medio del tráfico de coches, sería el escenario perfecto para un episodio de Scooby-Doo, con sus armaduras, sus cuadros inquietantes y sus habitaciones algo oscuras. Ya la escalera de entrada impone bastante, pero es en su salón de baile con balconada en altura para los músicos donde casi puedes ver a los fantasmas de todas aquellas parejas de finales del XIX bailando valses y polkas; y en su sala de juegos, se te aparecen los fantasmas de los prohombres de la época haciendo carambolas en la mesa de billar de 1855.


Y aquí es donde yo quería llegar, a la mesa de billar y sus fantasmas. Resulta que el museo Cerralbo, tras cuatro años de reforma, se abrió de nuevo al público en diciembre de 2010 y para animar a la gente a visitarlo el museo lanzó una campaña publicidad en periódicos y autobuses. No tengo ni idea de qué empresa la llevó a cabo ni del nombre de su creativo. De lo que sí estoy seguro es de que a la persona que diseñó el anuncio, el palacio de los Cerralbo le debe de producir la misma sensación espectral que a mí. La foto y el texto que la acompañan me parecen un ejemplo de cómo imagen y texto pueden reforzarse entre sí para formar juntos un microrrelato perfecto. En realidad no se trata de una foto sino del montaje de dos: una foto actual de la parte izquierda de la mesa de billar; y una foto de época en la que se ve a varios espectros (en su momento, personas) posando para el fotógrafo a la derecha de la mesa; en medio un texto desolador, fantasmagórico y genial: “SABEMOS CÓMO TERMINÓ LA PARTIDA, LA GANÓ EL TIEMPO”. Esto, para mí, es pura literatura.