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martes, 18 de enero de 2022

RESEÑAS DE LIBROS. "QUERIDOS NIÑOS" DE DAVID TRUEBA (ANAGRAMA). SELECCIONADA POR "ROTUNDAMENTE LEONES"


EL DOLOR DE PONER UN 6 A UN ALUMNO DE 10

Los que apreciamos la literatura y el perfil público de David Trueba sufrimos cuando alguna de sus novelas no nos parece que alcance su nivel habitual. Nos pasa un poco como a esos profesores que tienen que poner un 6 a un alumno de 10. Así es como me siento yo tras leer su última novela.

El asunto, los entresijos de la gira electoral de una candidata a la presidencia del gobierno español junto con su equipo de campaña, ya no promete mucho, la verdad, porque intuimos cómo son estas cosas, y por eso sabemos también que no nos gustan. El personaje principal, un experiodista cínico y amargado, que ha sido contratado por la candidata, contra la opinión del partido, para retocar sus discursos, es un buen personaje, nadie lo puede negar, pero Trueba nos lo describe con tanta precisión en su amargura y fealdad, tanto exterior como interior, que lo convierte en el ser menos atractivo del mundo. No hay esperanza para alguien así, no hay pareja posible, no hay salida para un ser tan horroroso.

En cuanto al resto de los personajes, son meros comparsas del principal. Ni siquiera la candidata puede hacerle sombra en este homenaje de más de 400 páginas a ese ser humano cansado y de vuelta de todo.

Tampoco la estructura ayuda. Marcada por las infinitas paradas de la gira electoral en las capitales de provincia españolas, resulta algo repetitiva y acaba cansando.

Pero no todo es malo, en “Queridos niños” encontraréis el humor habitual, de Trueba, sus frases ingeniosas, y sus reflexiones, esas sí, tan agudas como siempre. Y un buen final, cinematográfico y a la altura del personaje.

A los que no habéis leído nada de David Trueba, os recomendaría que empezarais por “Saber perder”, “Cuatro amigos” o “Tierra de Campos”. No por esta.

domingo, 24 de enero de 2021

RESEÑAS DE LIBROS. "SIDI" DE ARTURO PÉREZ REVERTE (ALFAGUARA). SELECCIONADA POR "ROTUNDAMENTE LEONES"

 



EL CID SEGÚN PÉREZ-REVERTE.

Las novelas de Pérez-Reverte son antes que cualquier otra cosa y por encima de todo, eso, novelas de Pérez-Reverte. Luego ya viene la época histórica, la trama y algún otro detalle, pero en lo esencial todas tienen en común un héroe decepcionado por la vida, de carácter duro, leal a sus principios, con un cierto sentido de la amistad y respeto por el rival, al que se unen un código de honor al margen de la moral común y una intensa épica de guerra… Eso no suele fallar. En este caso tampoco. Este Rodrigo Díaz de Vivar es la versión medieval de Alatriste o de Lorenzo Falcó, más gregario que el primero y menos cínico que el segundo, pero con un ADN común. Lo mismo son antepasados unos de otros.

Sin embargo, hay algo que diferencia esta novela de las que forman parte de las series de Alatriste y Falco, y creo que es la diversión del autor. Como lector, uno tiene la sensación de que Pérez-Reverte no se ha divertido tanto escribiendo esta como las anteriores. Quizás le atrae menos la época histórica, o se encuentra demasiado encorsetado dentro del personaje histórico… No sé, incluso se podría pensar que a lo mejor esta fuera una obra de encargo. Si lo es, ni autor ni editorial lo han reconocido así, de manera que quedará el asunto en mera elucubración.

Por lo demás, Pérez-Reverte es un gran narrador, con un estilo claro y directo, además de un castellano impecable. Así que, por esa parte, nada que objetar. Comienza la novela con una introducción de cien páginas de puro western de frontera en la que los ricos comerciantes americanos, la banda de cazarrecompensas, la misión de Texas o California y los indios, han sido sustituidos por nobles asustados, una mesnada de guerreros castellanos, un monasterio y una aceifa musulmana. En fin, lo que viene a ser una de vaqueros.

Lo que sigue a esa presentación estilo John Ford, y aquí viene el punto débil de la novela, es una historia no muy interesante, con una trama lineal y simple, que desemboca en una batalla, por supuesto, muy bien contada. Pérez-Reverte, que es un gran profesional de su oficio, ha apostado todo a la ambientación y construcción de su personaje, intuyendo que el encorsetamiento de la Historia (con mayúsculas) no le permitiría lucirse por ese lado. Ha tratado, eso sí, de quitar un poco de aridez al relato deteniéndose en las escenas que se desarrollan en el lujoso palacio del Rey de Zaragoza, con el monarca y su atractiva hermana (otro personaje habitual en Pérez-Reverte, la mujer guapísima, inteligente y de armas tomar, lo que los vintage llamarían una mujer fatal), pero sin mucho empeño. Al final, lo que predomina es “polvo, sudor y hierro, el Cid cabalga”.

A pesar de que no sea una gran novela, se deja leer con gusto. Incluso a los que no les atraiga mucho la literatura de guerra o el universo “Pérez-Reverte”, creo que, si se lee con actitud abierta, Sidi aporta bastante información interesante. Supongo que ya nadie se cree ese Cid mítico, defensor de España y la cristiandad, pero si todavía quedaba alguien, esta novela puede sacarle del error. A aquellos que quieran profundizar en el asunto, les recomendaría la lectura de "El Cid. Historia y mito de un señor de la guerra” de David Porrinas (Ediciones Desperta Ferro)". De lo mejor que se puede encontrar hoy en día acerca de la figura histórica del Cid.

martes, 18 de abril de 2017

RESEÑAS DE LIBROS. "LA HOJA DEL OLMO NO ES PERFECTA" DE JAVIER LÓPEZ FACAL (CLAVE INTELECTUAL)


UNA COSA RARA: ERUDICIÓN, AMENIDAD Y SENTIDO DEL HUMOR.

Eduard Punset, nuestro divulgador científico nacional más conocido, no se cansa de repetir que el futuro es multidisciplinar. Así se lo han revelado de una u otra forma los eminentes científicos a los que ha entrevistado para diversos medios. En palabras del propio Punset, “todos saben que, si no meten sus narices en otras disciplinas, fracasan”. Pues bien, ese es precisamente, uno de los elementos unificadores de la obra que ha ido conformando López Facal durante estos últimos años: su carácter multidisciplinar. Desde “La presunta autoridad de los diccionarios” (2010) a “Los alimentos de nuestra despensa” (2015), pasando por “Antología de muertes apacibles” (2012), “El declive del imperio vaticano” (2013) y “Breve historia cultural de los nacionalismos europeos” (2013), la variedad de temas y de enfoques ha sido una constante, no sólo entre los diferentes títulos, sino dentro incluso de cada uno de ellos.

Pero hay además otros tres elementos comunes a todos los títulos de López Facal que yo, al menos, no he conseguido ver juntos en los ensayos de otros prestigiosos autores tan multidisciplinares como él. Se trata de la erudición, la amenidad y el sentido del humor. La erudición está presente en las obras de Sánchez Ferlosio, Jared Diamond o Eliot Weinberger; la amenidad, en las de Jared Diamond o W. G. Sebald; y el humor brilla por su ausencia en la de todos. Lo que sí comparten, incluido López Facal, es su capacidad para hacer que el lector se sienta mucho más inteligente de lo que es, solo leyéndolos.

“La hoja del olmo no es perfecta” (2017) encaja como una pieza de puzle en el conjunto de obras antes mencionadas. Y en este caso, resulta ya sugerente desde el mismo título. Somos muchos los aficionados a la naturaleza que sentimos un apego especial por el olmo, aunque solo sea por lo fácil que nos resultó desde pequeños distinguirlo de las otras especies gracias a sus hojas asimétricas. Así que resulta muy divertido poder leer y ver esta particularidad de la hoja del olmo en la portada de un libro. Es además un título lo suficientemente amplio como para permitir a su autor enfocar la imperfección desde cualquier punto de vista. En este caso, ha optado por desentrañar sus aspectos ideológicos, religiosos, artísticos o matemáticos, en una sincera y argumentada reivindicación de la heterodoxia. En realidad, el camino escogido es lo de menos porque, como ocurre con el resto de sus títulos, da un poco igual de lo que trate este libro. El lector, como el viajero de Cavafis, acabará disfrutando sobre todo del camino, del sinfín de anécdotas históricas, etimologías curiosas y revelaciones asombrosas, sin que deba importarle demasiado hacia dónde pueda llevarlo, porque siempre será a buen puerto.

Al curioso y acertado título, le sigue un no menos interesante prólogo que, quizás para justificar la elección de aquel, comienza con una disertación acerca de las diversas acepciones de la palabra "dendrofilia", para acabar reconociendo que la del amor por los árboles es una “enfermedad” de posible origen genético que afecta gravemente a la mayoría de los miembros de la familia López Facal.

No voy a extenderme sobre la estructura de este ensayo ni sobre su contenido para no estropear con mis palabras lo que tan bien cuenta López Facal con las suyas, pero sí quiero  advertiros de que al terminar de leer las (lamentablemente) escasas 155 páginas de “La hoja del olmo no es perfecta” habréis aprendido cosas muy raras, cosas como, por ejemplo, la razón por la que en la mitología escandinava el primer hombre sale de un árbol mientras que en las de los pueblos mediterráneos es creado con barro; la diferencia entre simetría, perfección y orden, y lo conveniente de "una cierta imperfección, un cierto desorden o una cierta asimetría”; que las lenguas semíticas no tienen adjetivos superlativos; la relación que existe entre los obeliscos egipcios y la torre Eiffel, entre el monoteísmo y la heterodoxia, o entre un movimiento religioso herético del siglo XII y los bombones Ferrero-Rocher. Las curiosidades históricas o etimológicas son tantas que parece imposible que puedan caber en un solo libro.

Por último, este lector no ha dejado de notar en algunos pasajes del libro la leve presencia, probablemente involuntaria, casi fantasmagórica, del espíritu libre de Georges Brassens, ese otro gran iconoclasta tan agudo como burlón. Sobre todo, cuando López Facal manifiesta una cierta nostalgia irónica del latín en las misas católicas, la misma que encontramos en la canción de Brassens “Tempête dans un bénitier” (“sin el latín la misa nos fastidia”); o el repudio a morir por una idea, que también recoge el cantante-poeta francés en su canción “Mourir pour les idées”.

En esta hoja del olmo disfrutamos, en definitiva, de la continuación lógica y coherente de los anteriores libros del autor sobre el Vaticano o el nacionalismo, pero de una forma aun más estructurada, si cabe. Y es que, con cada nuevo libro de López Facal, vamos entendiendo mejor a dónde quiere ir a parar, porque cada vez va afinando más el tiro.

viernes, 25 de noviembre de 2016

RESEÑAS DE LIBROS. "FALCÓ" DE ARTURO PÉREZ REVERTE (ALFAGUARA)


ENTRETENIDÍSIMA. EN LA LÍNEA DE LAS MEJORES NOVELAS DE ESPÍAS DE LOS AÑOS 30 DEL SIGLO XX.
Pérez Reverte es el gran escritor de novelas de aventuras de finales del siglo XX y principios del XXI. No sólo en España, donde prácticamente no tiene competencia, sino en el resto del mundo. En su género, es uno de los grandes. Ya sólo por su serie del Capitán Alatriste merecería ser leído por las próximas generaciones, también por algunas de sus novelas más aventureras. Está claro que le tiene bien cogido el tranquillo a este tipo de literatura.
Ahora, con "Falcó", nos presenta un nuevo personaje y lo que sin lugar a dudas será la primera novela de su nueva serie. En este caso, abandona la España del Siglo de Oro para ocuparse de los turbulentos años 30 de nuestro país y más concretamente, al menos por ahora, de nuestra Guerra Civil. Lo hace siguiendo los pasos de un agente secreto que trabaja por dinero y sin ninguna vinculación ideológica. De esta manera, Pérez Reverte se libra de la necesidad de colocar a su personaje en alguno de los dos bandos (aunque trabaje de hecho para uno de ellos) y por tanto, también de la obligación de tener que justificar la adscripción ideológica del personaje, con el consiguiente peligro de politizar en exceso lo que no deja de ser una novela de aventuras.
Que Pérez Reverte haya creado un protagonista mercenario, cínico y descreído, y que haya evitado con mucha habilidad escribir una novela política, no le ha impedido recrear con maestría el ambiente de guerra que debió de vivirse en ambos bandos. Los escenarios principales de la novela, Salamanca y Cartagena, son descritos con enorme perspicacia, al igual que la vida cotidiana de la retaguardia.
Y luego están las escenas de acción, su especialidad. Como siempre, impecables. Perfectamente narradas. Pérez Reverte agarra al lector por el cuello, lo introduce en medio de la escena, y no le da respiro hasta que decide sacarlo de ella. Acción, violencia, suspense, intriga, también amor, son elementos indispensables en una buena novela de aventuras y aquí no falta ninguno.
Durante la promoción de esta novela, Pérez Reverte ha intentado explicar, o más bien demostrar, que Lorenzo Falcó y Diego Alatriste son dos personajes muy diferentes, quizás porque él sabe que no están tan lejos. Ambos llevan ya una larga vida de acción detrás y han visto demasiadas cosas desagradables, por eso los dos son muy descreídos, y trabajan por dinero y no por un ideal. Puede que Alatriste sea más romántico que Falcó, aunque éste también tiene su punto de, llamémoslo, romanticismo. Además, los dos se rigen por un código ético propio al margen de las normas establecidas, si bien es verdad que el de Alatriste se fundamenta en el honor, mientras que de Falcó es más difuso. No es una persona moral, más bien al contrario, pero sí se ciñe a sus propios principios profesionales y hay límites que no le gusta traspasar.
En definitiva, Pérez Reverte ha logrado una novela muy entretenida, en la línea de los mejores títulos de espías de los años 30 del siglo XX, pero dotándola de su propio estilo y abordándola desde la perspectiva de sus preocupaciones personales, esas que su lector habitual ya conoce sobradamente. Esperamos impacientes el siguiente título.

jueves, 28 de abril de 2016

RESEÑAS DE LIBROS. "CARRETE VELADO" DE IRENE G PUNTO (AGUILAR)


UNA AUTORA A SEGUIR

Las ilustraciones de los poemas, ya sean dibujos como en "Punterías", el anterior trabajo de Irene G Punto, o fotografías como en el caso de este "Carrete velado", son armas de doble filo. Es verdad que pueden ayudar al lector menos acostumbrado a entrar en el universo poético del autor, pero a cambio de un precio que puede ser caro, encerrar o acotar de alguna manera la interpretación del poema, privando al lector de parte de su libertad. En mi caso, sin darme cuenta, he acabado por leer los poemas y contemplar las fotos de forma separada, contraviniendo, ya lo sé, la idea del libro.

En cuanto a las fotos, pues hay un poco de todo, desde las más sugerentes, bastantes, a las muy anodinas, las menos. En general, la calidad media es alta.

Respecto a los poemas, encuentro verdaderos aciertos, rodeados de piezas que no están a la altura. Una selección algo más intensa habría ayudado mucho. Por otra parte, Irene G Punto utiliza muchos juegos de palabras y aliteraciones que reconozco que no son figuras que me entusiasmen demasiado. Sin embargo, cuando se aleja de esos artificios, veo una poesía más auténtica, más interesante y, desde luego, mucho más efectiva.

Al leer "Inocencia avanzada" me acuerdo de la mejor Gloria Fuertes. Cuando veo a la vieja poeta, ya inmortal, incluida en el apartado "De aquí bebo y crezco..." (donde Irene G Punto homenajea a sus maestros), todo encaja.

Aunque, no vienen recogidos entre sus maestros, yo al menos sí veo la influencia de nuestros poetas barrocos en "Sostiene Valeriana" y en los estupendos "La ley de Muffin" y "#Desvelo 19".

Pero a mí el poema que más me ha impactado es el "#Desvelo 38. En pasatiempos revueltos":

"Desnudos encajamos tan bien,
que somos puzle y rompecabezas a la vez".

Impecable (esto ya lo digo yo).

miércoles, 13 de abril de 2016

RESEÑAS DE LIBROS. "AFRICANUS. EL HIJO DEL CÓNSUL" DE SANTIAGO POSTEGUILLO (ZETA BOLSILLO)


ESTUPENDA NOVELA, TAN AMENA COMO RIGUROSA Y BIEN DOCUMENTADA
Las novelas históricas cuentan con sus fanáticos y sus detractores, hay lectores que sólo leen novelas de este género del mismo modo que otros rechazarían una novela por el mero hecho de pertenecer a él. En mi caso, no me incluyo en ninguno de los dos grupos, el género histórico en la literatura ni me fascina ni me disgusta en sí mismo. Lo único que le pido a cualquier novela, sea del tipo que sea, es que esté bien escrita y que me respete como lector. Ahora bien, las novelas históricas, es cierto, cuentan con una particularidad: cuando son buenas de verdad, funcionan como una máquina del tiempo, tienen la capacidad de hacer viajar a otra época, y esto es muy gratificante.
"Africanus" es una novela impecable, y lo es, al menos, en dos aspectos. Desde el punto de vista histórico, es un relato documentadísimo. He tratado de contrastar muchas de las cosas que en él se cuentan y me ha sorprendido muy gratamente encontrarme con fuentes históricas, algunas primarias, que contaban exactamente lo mismo que Posteguillo ha novelado, incluso en ocasiones mencionando los mismos detalles. Es evidente que cuanto más se acerca el autor a los personajes, muertos hace más de dos milenios, más debe recurrir a la ficción, esto es normal y correcto. Lo que no sería admisible, sin embargo, es que hiciera ficción separándose de los hechos contrastados. No es el caso. El relato de las batallas, de las estrategias militares, de las divergencias políticas en el senado romano, la descripción de la forma de vida cotidiana de la época, de los ritos matrimoniales o de duelo, de la vida en las legiones o en los campamentos cartagineses..., todo lo que ha llegado a nosotros a través de las fuentes históricas, está perfectamente reproducido por Posteguillo. Y en esta capacidad de documentarse y de transmitirnos su trabajo de manera amena, se nota su formación y su experiencia como profesor universitario. También en la completa bibliografía que incluye al final para los que quieran profundizar en los aspectos históricos.
Pero es que, además, "Africanus" es una dignísima novela desde el punto de vista puramente literario. Es verdad, que su estilo no puede equipararse al de los grandes genios de la literatura, tampoco es necesario. Es muy eficaz y muy correcto, y esto es lo que de verdad importa. Posteguillo sabe cómo contarnos las cosas para entretenernos y al mismo tiempo darnos a conocer infinitos datos acerca de la época que está recreando. Al acabar la novela, aparte de estar deseando empezar la siguiente de la trilogía, hemos adquirido un conocimiento enorme sobre la Segunda Guerra Púnica y la época de los Escipiones.
Me gustaría hacer hincapié en la capacidad de Posteguillo de transmitir una cantidad enorme de información sin menoscabo del ritmo narrativo porque la otra gran autora de novelas "romanas", Colleen McCullough, creadora de la reconocida serie de novelas "Señores de Roma", no lo consigue de la misma manera. Sus novelas son fascinantes también como inmersión en el mundo romano, y están llenas de información interesantísima, pero algunas veces, su afán por explicarnos todos los detalles de la época y, sobre todo, las controversias políticas en el Senado, va en menoscabo del ritmo narrativo. Esto no ocurre con Posteguillo. En cualquier caso, son dos autores complementarios. No solo porque la serie de McCullough empieza temporalmente un siglo después de donde acaba la primera trilogía de Posteguillo, sino porque a McCullough le interesa más la política y a Posteguillo la parte militar (sin descuidar por eso los demás aspectos de la época). Si nos interesa la república romana, lo mejor es leer a los dos.

sábado, 17 de octubre de 2015

RESEÑAS DE LIBROS. “LAS GANAS” DE SANTIAGO LORENZO (BLACKIE BOOKS)


UN ESTILO PERSONAL, INCONFUNDIBLE E INTRANSFERIBLE

Santiago Lorenzo tiene un estilo personal, inconfundible e intransferible. Y eso ya es muchísimo. Sobre todo hoy en día, cuando se publican tantas novelas clónicas, muchas de ellas tan académicamente perfectas, como vacías en su interior. Lejos de todo eso, vamos, justamente enfrente, se encuentra Santiago Lorenzo, con su estilo propio, tan propio que, si a uno le pilla de nuevas, si es la primera vez que se acerca a su obra, debe pasar por unas cuantas páginas de adaptación (no muchas). Debe aceptar que se invente palabras para sustituir otras que ya existen, aceptar sus frases llenas de imágenes, y aceptar también su universo, un poco sórdido y un poco cutre, y asumir que sus personajes no van a ser como los estereotipos habituales de las novelas clónicas. Una vez que se han aceptado sus condiciones, se logra penetrar en su universo literario y ya entonces se puede disfrutar de él con la seguridad de que no habrá otro igual.

Resumir el argumento de Las ganas en un par de líneas resulta aparentemente fácil: un científico con serios problemas afectivos, ha creado una empresa para comercializar uno de sus descubrimientos, una nueva sustancia que regenera la madera y que le podría suponer grandes beneficios económicos si lograra introducirla en el mercado. Sólo leyendo esto ya vienen a la cabeza multitud de imágenes más o menos tópicas que pueden hacer pensar que ya se sabe de qué va a ir la novela. Pues no. Ni el científico ni sus problemas afectivos ni su empresa son como uno cree. Os lo aseguro. Nunca habéis leído una novela parecida a ésta. Podéis creerme.

Otro aspecto interesante de Las ganas lo encontramos en la forma en que se mezclan en sus páginas elementos humorísticos y dramáticos sin solución de continuidad. La palabra “tragicomedia” parece haber sido inventada para esta novela.

Por todo lo anterior, no resulta extraño que Santiago Lorenzo publique en Blackie Books. Sólo la editorial que ha rescatado a Jardiel Poncela, Brautigan, Astrid Lindgren (Pippi Calzaslasrgas) o el Cándido de Voltaire ilustrado por Quentin Blake, que tiene a Ben Brooks o Everett en su catálogo, puede dar acomodo a las novelas de Lorenzo. Por más que lo intentamos, no podemos imaginárnoslo en ninguna otra editorial.

martes, 7 de julio de 2015

RESEÑAS DE LIBROS. “BLITZ” DE DAVID TRUEBA (ANAGRAMA)


CIENTO VEINTICUATRO MARAVILLOSAS PRIMERAS PÁGINAS QUE NO SE MERECEN LAS CUARENTA ÚLTIMAS.

Hay muy pocas personas que dominen dos artes, bastante complicado es ya alcanzar la maestría en una sola como para intentarlo con dos. David Trueba es una de ellas. No sólo dirige estupendas películas, sino que también es capaz de escribir novelas tan redondas como “Saber perder”. Justo por eso, “Blitz” se me queda corta, me sabe a poco; como cuando un alumno de 10 saca un 8. Está bien, incluso muy bien, pero se esperaba más.

Después de 124 maravillosas primeras páginas donde reinan por derecho propio dos personajes espléndidos, un hombre joven abandonado por su novia y una mujer alemana que le dobla la edad, de repente, como si David Trueba hubiera sufrido una de esas “pájaras” que afectan a los ciclistas, remata la historia en las cuarenta siguientes de una forma tan apresurada que me resulta incomprensible en el autor de “Saber perder”. Las últimas páginas parecen más un esquema para desarrollar que una parte acabada de la novela. Esos personajes inolvidables y su historia no se lo merecían. Y el lector tampoco. Puede que haya alguna razón estilística o alguna explicación literaria que lo justifique, quizás tenga su sentido, pero a mí nadie me quita ya la decepción de no haber podido leer el final que, en mi opinión, esa novela merecía.

Y dicho esto, no puedo hacer otra cosa que recomendaros que compréis el libro y que lo leáis, porque esas 124 páginas y los personajes que las habitan merecen mucho la pena. Las últimas, ya digo, sólo rematan la historia, pero de una forma tan esquemática que quizás habría sido mejor no incluirlas. Las primeras tienen la fuerza suficiente como para sostenerse solas. A lo mejor un día David Trueba nos da la sorpresa y remata esta novela como su talento le obliga.

jueves, 2 de julio de 2015

RESEÑAS DE LIBROS. “UN HIJO” DE ALEJANDRO PALOMAS (BRIDGE – LA GALERA)


CONMOVEDORA E INQUIETANTE A LA VEZ. SE LEE DE UN TIRÓN, PERO NO SE OLVIDA FÁCILMENTE.

“Un hijo” es una novela de verdad emocionante y enternecedora, de esas que cuentan una historia que habrá de seguir rondándonos mucho tiempo después de haber pasado la última página. No puedo contar mucho acerca de la trama, sería un pecado desvelar algún dato esencial antes de tiempo, porque esta novela sobre un niño hipersensible, un padre sobrepasado, una madre ausente, una niña atrapada en su propia cultura y una orientadora escolar de lo más perspicaz, es sobre todo una novela de misterio. Puede que no transcurra por las vías habituales del género, pero eso no impide que en varias ocasiones un escalofrío nos recorra la columna vertebral, que se nos pongan los pelos de punta. A mí, por lo menos, fue lo que me ocurrió. Y ya no diré más.

Me gustaría hacer una mención especial a las ilustraciones que acompañan el texto, estupendas e indispensables para seguir la historia. En cuanto al diseño de la portada, no puede ser más adecuado, recoge  a la perfección el ambiente y la esencia de la novela, y esto no es tan habitual.

Sobre la estructura y el punto de vista, sólo un reproche (pequeño). Me da la sensación de que Alejandro Palomas comenzó la novela con una idea muy clara acerca del carácter coral de la novela, dando categoría de narradores al niño, su padre, la tutora y la orientadora. Pero la fuerza como narradores del niño protagonista y de su orientadora es tan descomunal que acaba por no dejar sitio a los otros dos. Así que, superadas las primeras cincuenta páginas, toman ellos las riendas en exclusiva del relato y ya no las sueltan hasta el final. Una vez aceptada la situación, quizás lo mejor hubiera sido retomar el comienzo y eliminar definitivamente al padre y la tutora como narradores. No es que sea algo trascendental ni mucho menos, pero habría dado más armonía a la estructura.

En resumen, una estupenda novela, conmovedora e inquietante a la vez, que se lee de un tirón, pero no se olvida fácilmente.

miércoles, 1 de julio de 2015

RESEÑAS DE LIBROS. “PENSIÓN LEONARDO” DE ROSA RIBAS (SIRUELA)


ROSA RIBAS O EL DON DE LA NARRACIÓN.

Reconozco que empecé a leer esta novela pensando que sería la tercera entrega de la serie negra que Rosa Ribas escribe junto a Sabine Hofmann; así que, cuando me di cuenta de mi error, me sentí un poco defraudado. Pensé, vaya, una novela que se desarrolla en una pensión de Barcelona en los primeros años sesenta y que ni siquiera es de género negro, pues no es esto lo que me apetece leer ahora. Claro que el disgusto me duró muy poco tiempo, apenas el necesario para meterme en la historia que me querían contar. Porque lo que Rosa Ribas quiere es contarte siempre una buena historia. Esto parece una obviedad, todos los escritores deberían querer contarnos una historia. Puede ser, pero lo que no tienen todos es el don de la narración, la capacidad para contar cualquier cosa y hacerlo bien. Pero me siento incómodo hablando de dones porque parece que cuando los hay ya no debería hacer falta el trabajo, las historias ya se pueden escribir solas. Nada más alejado de la realidad, por supuesto.

Con los elementos que componen “Pensión Leonardo” es fácil fracasar literariamente, perderse por caminos no deseados, y sin embargo, supongo que por aquello del don y del trabajo, Rosa Ribas consigue dar con el tono y la perspectiva adecuados para llevarla a buen término. En ella se habla de la vida cotidiana en una pensión durante el franquismo, de la familia que la regenta, de sus inquilinos, de los habituales del bar anexo… Pero sobre todo de lo que no se dice, de los secretos de familia, de aquellas cosas que no deben ser contadas ni siquiera en voz baja, ni siquiera a los más cercanos; abuelos que no se pueden mencionar, tíos que no existen, pasados que se quedaron en otro lugar como si pertenecieran a una vida anterior. Se habla también de los que perdieron la guerra, pero deben seguir viviendo a pesar de todo. La pensión Leonardo es en definitiva una España en miniatura, un microcosmos en el que queda reflejada la sociedad de la época. Y en medio de todo, Lali, una niña muy despierta para la que los secretos y los silencios no son más que puertas abiertas a la investigación. Así que al final, Rosa Ribas no lo puede evitar, aquí también acabamos por encontrarnos con una investigadora y muchos misterios, aunque sean familiares.

martes, 2 de junio de 2015

RESEÑAS DE LIBROS. “EL LUMINOSO REGALO” DE MANUEL VILAS (ALFAGUARA)


MANUEL VILAS HA SIDO BENDECIDO CON EL “LUMINOSO REGALO LITERARIO”

A lo largo de los cuatro o cinco días que me ha llevado la lectura de esta espléndida novela, no he podido dejar de darle vueltas a ese tópico tan gastado (como todos) acerca de lo azaroso que resulta el éxito de masas, lo absurdo de la popularidad y los complejos mecanismos que generan los fenómenos virales. Y todo por haber sucumbido a la tentación de compararla odiosamente con esa otra de cuyo nombre no quiero acordarme que trata acerca de las relaciones ¿afectivas? entre un millonario y una ingenua estudiante universitaria. Y lo recuerdo aquí, a pesar de que el mero hecho de mencionarla en esta reseña, aunque sólo sea a modo de contraste, ya supone un agravio hacia “El luminoso regalo”. No hay entre ellas más punto en común que el contenido erótico de ambas. Y a partir de ahí, ya todo las separa como polos opuestos de un imán. Mientras que una representa lo simple, la mala literatura, los personajes planos, la falta de verosimilitud, los diálogos ridículos, las situaciones grotescas, en fin…; la otra, bueno, pues todo lo contrario. Y entonces por qué tantísimos lectores para una novela que se cae de las manos y sin embargo un público tan minoritario para la que es mucho más interesante. Ni idea. No se me ocurre ninguna explicación de verdad convincente.

La novela de Manuel Vilas sigue las andanzas de un adicto al sexo, un moderno Casanova, y sus encuentros con un gran número de mujeres que no pueden evitar caer bajo el influjo de su magnetismo, el “luminoso regalo” del título. No quiero abundar demasiado en la trama porque lo que de verdad importa es la elaboración del protagonista y de su equivalente femenino, alguien, como él, permanentemente insatisfecho; los intensos monólogos interiores; los diferentes narradores (todos ellos maravillosamente poco fiables); los cambios de punto de vista; o el relato perfecto de los encuentros, sin caer ni en lo remilgado ni en lo tosco. No es fácil explicar un personaje como el que protagoniza esta novela, como tampoco lo es contar lo que “El luminoso regalo” cuenta y a mí me parece que de ambos retos sale el autor más que airoso. Y para rematar, en las últimas páginas, cuando ya parecía que todo el pescado estaba vendido y la novela iba ya llegando a puerto con calma, ¡Zas!, un final apoteósico que uno lee con los ojos como platos. Eso es un golpe de efecto y lo demás son tonterías. Habrá que seguir leyendo a Manuel Vilas porque él mismo parece poseedor del “luminoso regalo” (literario, claro).

lunes, 6 de abril de 2015

RESEÑAS DE LIBROS. "SANTA TERESA DE JESÚS. POESÍA Y PENSAMIENTO (ANTOLOGÍA)". SELECCIÓN Y PRESENTACIÓN DE CLARA JANÉS (ALIANZA EDITORIAL)


IMPECABLE EDICIÓN A CARGO DE CLARA JANÉS; PRECIOSO VOLUMEN DE CUBIERTAS DURAS Y LOMO EN TELA.

Hace ocho días, el 28 de marzo, se celebró el 500 aniversario del nacimiento de Santa Teresa (1515-1582), aunque los actos y congresos conmemorativos lógicamente se vayan a extender a lo largo de todo el año; también lo harán las publicaciones, tanto las que reeditan su obra como las que abordan su vida, la contemplativa, espiritual y mística; o la de la eficaz gestora que consiguió reformar el Carmelo y fundar dieciocho conventos por toda España. Porque lo cierto es que Santa Teresa de Jesús fue una mujer poliédrica, pero de una pieza, todo un personaje dotado de una asombrosa fuerza vital.

Estas fechas redondas son una buena excusa para descubrir o recordar la obra y la vida de los grandes autores. Para ello, en nuestro caso nos hemos inclinado por esta pequeña antología de la poesía y pensamiento de Santa Teresa que ha editado con primor Alianza Editorial en un volumen de bolsillo, pero con cubiertas duras, lomo en tela y señalizador también de tela que hacen de él una de esas modestas joyas bibliográficas que son la mejor arma con la que cuenta la edición en papel para hacer frente al libro electrónico.

La intervención de Clara Janés es impecable en la selección, porque consigue una muestra equilibrada de la poesía de Santa Teresa y de su trabajo en prosa, con una dosis suficiente para hacerse una idea de su obra, pero sin resultar abrumadora. A través de esta selección, disfrutamos de sus poemas, los de origen, llamémosle, práctico (para celebrar la Navidad u otras fechas señaladas del calendario religioso o la propia ordenación de las novicias), junto con los otros, más íntimos o más místicos, que en su caso viene a ser lo mismo.

La muestra de las obras en prosa supongo que habrá debido de resultar más complicada por su carácter forzosamente fragmentario. Aun así nos permite perdernos un buen rato entre sus obras más aleccionadoras (para su comunidad) como “Camino de perfección”, “Meditaciones sobre los Cantares” o “Avisos de la madre Teresa de Jesús, para sus monjas”, donde nos parece estar oyendo a esa mujer de carácter fuerte, pero cercana, cuya autoridad no se discute porque emana de ella de forma natural. Y perdernos también por sus obras más complejas, las que justifican el título de “Doctora de la Iglesia” que le concedió Pablo VI, como son sus “Moradas del castillo interior” y “Exclamaciones del alma a Dios”.

Otro acierto de Clara Janés resulta la redacción del prólogo, pues se trata de un texto sencillo, claro, conciso e introductorio, que no intenta el lucimiento personal, sino la presentación de las páginas que siguen. Un ejemplo de lo que debe ser un buen prólogo, que ya podrían seguir muchos.

domingo, 15 de marzo de 2015

RESEÑAS DE LIBROS. “EL JUEGO SIGUE SIN MÍ” DE MARTÍN CASARIEGO (SIRUELA)


REGRESO A LA JUVENTUD DESDE LA MADUREZ Y LA MELANCOLÍA

Desde “Qué te voy a contar” (1989), su primera novela, hasta “El juego sigue sin mí” (2015), la última, han pasado muchos años (26) y supongo que muchas cosas en la vida del autor y también en las de sus lectores de entonces. Casariego ya no cuenta con la misma frescura, y es normal. Si con cincuenta y dos años sigues escribiendo como lo hacías a los veintisiete, está claro que tienes un problema. Casariego no lo tiene. Ha evolucionado, tiene más oficio, ha madurado y, claro, la alegre frivolidad, la ingenuidad divertida e inteligente de “Qué te voy a contar” se ha tornado en cierta melancolía (también inteligente y hasta divertida) que a veces puede resultar un poco amarga o desencantada. Comparo estas dos novelas porque tienen mucho en común, el amor, la amistad, la juventud, la iniciación…, aunque la perspectiva ha cambiado. En “El juego sigue sin mí” un narrador de veinte años nos cuenta una historia de cuando tenía catorce, pero es imposible no ver al escritor maduro y agitado por la vida detrás de la supuesta juventud del narrador. En “Qué te voy a contar” narrador y escritor eran ambos muy jóvenes, eso les otorgaba quizás mayor autenticidad, pero también menor profundidad en el tratamiento de la historia.

Por otra parte, no es difícil identificar al hermano del autor, el poeta Pedro Casariego Córdoba (PeCasCor), o su idealización, o su sombra, tanto en la figura del joven profesor particular, como en la del “amigo” del que no para de hablar. Los dos personajes vendrían a ser las dos caras de una misma moneda. Y es entonces cuando, haciendo algo de psicología de medio pelo, uno tiene la sensación de que ésta es la novela que Martín Casariego llevaba de alguna manera dentro desde que su hermano murió (1993) y que sólo ahora parece haber sido capaz de escribir.

Por todo lo anterior, uno acaba teniendo la sensación de que, a pesar de los móviles y las redes sociales y otros detalles contemporáneos, esos personajes son más del siglo XX que del XXI y, la verdad, no veo qué puede tener de malo. Si acaso, la necesidad de tratar de ocultarlo.

Por lo demás, mucho ingenio, estupendos diálogos y todas las demás virtudes del estilo de Martín Casariego.

jueves, 12 de marzo de 2015

RESEÑAS DE LIBROS. “ANDANZAS DEL IMPRESOR ZOLLINGER” DE PABLO D'ORS (IMPEDIMENTA)


UNA FÁBULA MORAL Y LUMINOSA DEL HERMANN HESSE ESPAÑOL

Ahora que Pablo D'Ors ha consolidado su carrera literaria con un buen número de estupendas novelas y un ensayo superventas como "Biografía del Silencio", conviene detenerse un momento para volver a alguna de sus primera obras y descubrir que el germen de lo que ahora leemos y tanto nos conmueve ya estaba presente desde el principio. Y así llegamos a "Andanzas del impresor Zollinger", una novela corta editada en 2003 por Anagrama y reeditada diez años después por Impedimenta, que podría servir como ejemplo de ese tipo de literatura que tanto reivindica Pablo d'Ors y que él mismo califica como "literatura luminosa" o "literatura de la luz".

August Zollinger, el protagonista de sus propias andanzas, ha nacido con una vocación, la de ser impresor. Ese es el trabajo que le apasiona y al que quiere dedicar su vida. Sin embargo, las circunstancias no le favorecen y debe recorrer diversas ciudades para poder ganarse la vida con los trabajos, siempre modestos, que le van saliendo aquí y allá. Y es precisamente en la modestia de estos trabajos donde August demuestra que, a pesar de su juventud, ya es un hombre sabio, porque en su fuero interno sabe que no hay trabajos mejores y peores sino trabajos bien y mal ejecutados. Por eso, sea cual sea la labor que le encomienden, él se esfuerza en llevarla a cabo de la mejor manera posible recibiendo a cambio la satisfacción propia, y a veces ajena, por las cosas bien hechas y, al tiempo, la tranquilidad de espíritu. Ésta es la luz de la que habla Pablo d'Ors, la que ilumina a las personas ejemplares que, por su sencillez, no suelen llamar la atención.

El editor califica a esta novela como fábula moral, y efectivamente lo es, no sólo por su apuesta por el trabajo bien realizado, sino por el repaso que da en tan breves páginas a las otras fuentes de satisfacción para el ser humano: el amor, la amistad, el compañerismo o la soledad cuando es buscada.

También se refiere el editor a los ecos que resuenan en ella de Kafka, Walser, Hesse y Kundera, puede ser. De hecho, tanto Kafka como Hesse y Kundera son tres de los autores favoritos de Pablo d'Ors. Y quizás también Walser, no lo sé. Yo a quien veo sobre todo en esta novela es a Hesse, por su carácter moral, pero también por su condición de novela de aprendizaje, casi de guía vital para el joven que empieza. Aunque hay algo que d'Ors tiene y que a Hesse le falta, y es el sentido del humor. Todo el texto está salpicado de comentarios o escenas llenas de humor como el juego de seducción en conversaciones telefónicas de cinco segundos o el proceso de estampado de sellos en el ayuntamiento que a mí no deja de recordarme a la famosa escena de las tuercas de Chaplin en “Tiempos Modernos”.

Y la edición, impecable, claro, como acostumbra Impedimenta. Ese juego de diseño entre la sobrecubierta y la cubierta, el papel tipo verjurado de la sobrecubierta, el tipo de letra, el uso del bicolor negro y rojo en portadilla y portada… En fin, toda una reivindicación del libro de papel frente al electrónico.

sábado, 7 de febrero de 2015

ACABO DE LEER... "LA LÍNEA INVISIBLE DEL HORIZONTE" DE JOAQUÍN BERGES (TUSQUETS)


Joaquín Berges tiene magia, y esa es, por encima de cualquier otra, su principal virtud. No ocurre con todos los escritores, de hecho sólo con la inmensa minoría. Se puede ser un gran maestro, un excelente escritor, y carecer de ella. Pero Joaquín Berges la tiene, es un hecho, y con ella impregna todo lo que escribe. Y eso hace que empecemos a leer esta novela pensando que, vaya, no es la mejor de las que ha escrito, para descubrirnos al poco tiempo pasando sus páginas frenéticamente atrapados por la historia, el ambiente y sus personajes.

“La línea invisible del horizonte” cuenta la historia de un hombre que huye de sus circunstancias y que de forma accidental acaba por refugiarse en un pequeño pueblo del Pirineo aragonés. Berges se sirve de estos elementos básicos de trama para presentarnos a unos personajes maravillosos, a la altura de los que aparecían en “Doctor en Alaska”, aquella serie mítica de la televisión de los 90. Entre todos, destaco al menos a dos: Marina, la mujer guapa y misteriosa que arrastra su propio secreto; y León, un guardia civil impagable, que ejerce su liderazgo a golpe de expresiones y giros castrenses. Junto a ellos, un buen montón de secundarios estupendos.

Todos esos personajes se mueven en un escenario algo diferente, un pueblo artificial construido junto a un pantano que sólo deja ver la torre de la iglesia del pueblo original. Ese lugar sumergido y por tanto inalcanzable es el que guarda sus secretos y su historia.

Poco más le hace falta a Berges para alcanzarnos el corazón con su magia. La última vez que comenté una de sus novelas, decía que su literatura era luminosa. Pues bien, lo sigue siendo. La escena de la cacería, la del baile, la de “la mallata” (lugar donde pastan y se recogen los ganados y el pastor),… un sinfín de pequeños acontecimientos que, engarzados entre sí, conforman esta novela iluminadora. Leyendo a Berges, no puedo dejar de recordar a Frank Capra, al que no por casualidad homenajeaba el propio escritor en su segunda novela, “Vive como puedas”.

A Joaquín Berges, sólo le reprocho un par de cosas, su afición a los juegos de palabras y su tendencia a las frases demasiado bonitas. Aunque también reconozco que, a medida que va ampliando su obra, se nota el esfuerzo por ir moderando ambos vicios.

sábado, 31 de enero de 2015

ACABO DE LEER... "EXPEDIENTE BAGDAD" DE JOAN CAÑETE BAYLE Y EUGENIO GARCÍA GASCÓN (SIRUELA)



Todas las buenas novelas policíacas contienen varios planos de lectura. Por lo general suelen incluir la recreación de un país, una ciudad o una época, una sólida construcción psicológica de los personajes, una cuestión moral de mayor o menor calado y, por fin, el mero pasatiempo detectivesco. “Expediente Bagdad” es una magnífica novela policíaca y por eso se puede analizar a través de sus capas narrativas.

Cuando queremos acercarnos a una determinada época o país, casi siempre la manera más directa de hacerlo (aparte de haber estado allí, claro) es a través de la novela. La ficción nos permite vivir las experiencias de los demás de una forma mucho más intensa que los ensayos, los libros de viajes (salvo los muy buenos) o incluso los reportajes o documentales. En este sentido, “Expediente Bagdad” nos acerca al Bagdad de los últimos días del régimen baazista con una lupa que produce escalofríos. A través de ella vemos los bombardeos cada vez más cercanos, las amenazas de represalias y venganzas, el desmoronamiento del poder establecido, los saqueos, el miedo, el vértigo de una cotidianidad que desaparece día a día a cambio de la pura incertidumbre. En definitiva, vemos desde dentro el horror de una ciudad cercada y a punto de ser tomada por las tropas enemigas. En este caso es el Bagdad de abril de 2003, pero podría ser también cualquier otra ciudad en guerra de la historia.

En cuanto a los personajes, están todos muy bien perfilados, pero impresiona especialmente el retrato profundo del doctor Rashid Al Said, un hombre de marcado carácter intelectual, admirador de Nietzsche y represaliado por el propio régimen al que pertenece, pero por encima de todo, una buena persona con un alto sentido de lo justicia que, precisamente por eso, no encaja bien en ningún lado.

Aunque el punto fuerte de la novela está en las cuestiones de orden moral que aborda. Por lo general, en una novela policíaca, un crimen rompe el orden social establecido y una investigación posterior trata de repararlo descubriendo al culpable para que sea castigado. Lo insólito en esta novela es que los crímenes que en ella se cuentan no rompen el orden social porque ya está previamente quebrado por la guerra y el derrumbamiento del régimen; el investigador ya no puede reparar ese orden social roto por el crimen porque no tiene capacidad para ello, porque, como policía, ya no representa al Estado que en ese momento se está disolviendo. Lo único en lo que puede ampararse para justificar su investigación es en el concepto universal de justicia, lo que pasa es que cuando esa justicia no está articulada dentro de una legislación, se acerca peligrosamente a la venganza. Pero, ¿cuál es la alternativa? ¿Dejar impune el delito?

Y por supuesto, ligando todos los aspectos anteriores, tenemos la mera peripecia detectivesca, que está muy bien, pero que, como ocurre en las mejores novelas policíacas, no es ni mucho menos lo más importante.

miércoles, 3 de diciembre de 2014

ACABO DE LEER… “LO QUE APRENDEMOS DE LOS GATOS" DE PALOMA DÍAZ-MAS (ANAGRAMA)


Éste es un libro para aquellos que tienen uno o varios gatos en su casa, para los que los tuvieron y para los que querrían tenerlos. Los demás lectores pueden ahorrarse su lectura porque lo más probable es que lo que aquí se cuenta no les vaya a interesar demasiado.

La dueña de Tris-Tras (un gato) primero, y de Tris y Tras (dos gatos) después, disfruta tanto contando sus peripecias, manías y costumbres como el lector propietario de gato reconociendo al suyo en los protagonistas. Así puede apartar la vista del libro de vez en cuando para contemplarlo con arrobo dormido en algún lugar confortable de la casa y pensar que es un verdadero gato como el del libro.

Por lo demás, hay algunas descripciones bonitas y, la verdad, no mucho más. Éste es uno de esos casos en los que el título promete más de lo que hay. Los gatos, me parece a mí, pueden dar bastante más de sí tanto didáctica como literariamente. En cualquier caso, el libro se lee con agrado.

En la parte negativa, algunas reiteraciones y sobre todo el abuso de la palabra "pulpejos", que no logro entender, con lo bonita que es "almohadillas".

domingo, 23 de noviembre de 2014

ACABO DE LEER… “EL CLUB DE LOS ESTRELLADOS" DE JOAQUÍN BERGES (TUSQUETS)


Qué estupenda primera novela. Empecé a conocer la obra de Berges por la segunda, "Vive como puedas" y me gustó, pero reconozco que ésta me parece todavía más redonda y, de alguna forma, más cuidada, aunque las dos están muy bien. En "El club de los estrellados" hay de todo; empieza como novela costumbrista, psicológica después, y poco a poco se le van uniendo elementos románticos, eróticos y criminales hasta que se convierte en una perfecta novela negra con la presencia de todas sus características canónicas. A ellas hay que añadir además un sutil sentido del humor que el lector agradece muchísimo para moderar en algunos momentos la intensidad de lo que se nos cuenta. En "Vive como puedas" hay también mucho humor, más que en ésta, pero prefiero la forma en que lo utiliza aquí, con delicadeza, sin exceso, limitándose a suavizar con él la crudeza de la trama.

"El club de los estrellados" no es sólo una buena novela, también es una novela compasiva y luminosa en el sentido literario en que utilizaba ambos términos el escritor español Pablo D'Ors en una entrevista reciente:

"Para mí esta visión compasiva, o piadosa en el mejor sentido de la palabra, me parece de una gran sabiduría. Y esto lo saco a colación porque casi todos los escritores son escritores de la oscuridad. Cioran o Bernhard, que hemos citado, o el propio Pessoa, aunque Pessoa tiene alguna cosa un poco más luminosa. Pero poquísimos escritores son escritores de la luz. Los puedes contar con los dedos de la mano. Y en cambio yo me siento llamado a ser un escritor luminoso, y eso no significa ser un escritor ignorante de la oscuridad. Pienso que la luz es más difícil de ver que la oscuridad, pero no porque no exista, sino porque exige entrenar más los ojos y entrenar más el corazón. Los escritores luminosos para mí han pasado ya por la oscuridad y han hecho el camino más largo. Muchos autores son muy implacables con sus personajes, muy crueles; yo me siento inclinado a ser tierno y benévolo con ellos".

Necesitamos más escritores de la luz para estos tiempos tan oscuros.

sábado, 15 de noviembre de 2014

ACABO DE LEER… “EL OLVIDO DE SÍ" DE PABLO D’ORS (PRE-TEXTOS)


Después de leer “Biografía del silencio” de Pablo D’Ors, ese magnífico e íntimo ensayo acerca de la meditación publicado por Siruela, quería conocer algo de su obra de ficción y, tras mucho dudar, me decidí por “El olvido de sí”, aunque al final no sé si fue la mejor elección por que esta novela debe de ser casi seguro la menos novelística de sus novelas, ya que se trata más bien de una biografía novelada, o mejor aún, de una biografía espiritual novelada. El protagonista es Charles de Foucauld (Estrasburgo, 1858- Tamanrasset, 1916), vizconde, militar, explorador, trapense y finalmente sacerdote eremita en Marruecos. Pablo D’Ors nos muestra el tránsito de esta persona, que efectivamente existió, desde su ateísmo juvenil hasta su conversión o, más bien, reencuentro con la Iglesia Católica y su paulatina inmersión en el misticismo ascético en medio del desierto, en el Norte de África. Así contado, reconozco que el argumento puede espantar un poco al lector actual. Sin embargo, la narración tiene verdadero interés, se podría decir incluso que resulta fascinante, y no sólo para los lectores religiosos, sino también para aquellos de entre los agnósticos o ateos que sean curiosos e inteligentes porque no hay muchas ocasiones como ésta para poder seguir tan de cerca la experiencia mística de un ser humano, esa forma de vida siempre en equilibrio entre la locura y la santidad; entre la marginalidad y la ejemplaridad; entre la pobreza externa y la riqueza interior.

La novela está narrada en primera persona, como si fuera una autobiografía del propio Foucauld. Ahí Pablo D’Ors podría haber corrido el peligro de haberse inventado al personaje, de haber hablado a través de él y haberse alejado por tanto de la persona real que vivió a caballo entre los siglos XIX y XX. Sin embargo, ese riesgo queda en este caso muy reducido ya que Foucauld dejó escrita una enorme obra espiritual así como una ingente correspondencia con sus familiares, antiguos compañeros de colegio y guías espirituales, por lo que es muy probable que casi todo lo que pone D’Ors en su boca haya salido por lo menos de su pluma. Sólo hay un momento en la octava parte, “Iluminación”, en la que me parece ver algo de “atención plena” o “mindfulness” en el pensamiento de Foucauld y, la verdad, se me hace raro en un sacerdote de comienzos del siglo XX por muy eremita o místico que fuera, pero como no conozco su obra no puedo asegurar que no esté ya en ella.

Un párrafo de esa misma octava parte me parece que puede resumir muy bien la forma de pensar y vivir de Charles de Foucauld y además podría servir de guía vital para todo el mundo. Es el siguiente:

“Todavía hoy, sin embargo, sigo ignorando por qué hay que viajar tanto para saber quiénes somos. Todo es profundamente elemental; la vida es mucho más sencilla de lo que creemos cuando somos jóvenes. La vida es levantarse por la mañana y rezar; trabajar; comer; acostarse por las noches; saludar a los vecinos; pasear… La vida es cantar una melodía que recordamos; sorprenderse de que salga el sol o de que se ponga; dormir; soñar… Todo está bien. No hay que luchar, sólo vivir. Vivir: esa es la cuestión. Y dejarnos envejecer. Y luego, finalmente, apagar la luz.”


Por supuesto, seguiré adentrándome en la obra de Pablo D’Ors porque me parece que es uno de los autores más interesantes del panorama literario español actual, un escritor de gran calidad y con un universo literario muy original. Como suele ocurrir en estos casos, el nivel de reconocimiento público está muy por debajo de lo que se merecería. Quizás se vaya corrigiendo, quién sabe, acaba de pasar con Patrick Modiano.

miércoles, 29 de octubre de 2014

HE DEJADO SIN ACABAR... "EL ASESINO HIPOCONDRIACO" DE JUAN JACINTO MUÑOZ RENGEL (PLAZA Y JANÉS)


Que un asesino a sueldo sufra una hipocondría tan exagerada que le obstaculice el desarrollo de su trabajo y que piense que es él, en vez de suvíctima, el que está viviendo el último día de su vida, es a priori un planteamiento ingenioso y original. Si además el autor intercala entre las peripecias de su protagonista anécdotas de ilustres escritores que sufrieron la misma enfermedad, parece que deberíamos estar ante una novela original e interesante tanto para los aficionados a la novela negra como a la literatura en general. Sin embargo, en mi caso, las expectativas se me vieron defraudadas enseguida.

Veamos, la novela está bien escrita, no hay nada en el estilo de lo que avergonzarse, y la idea es efectivamente curiosa y divertida. El problema es que nunca debería haber sido una novela, sino algo de menor extensión como un cuento o, en el mejor de los casos una novela mucho más corta. La dejé en la página 76 porque ya tenía bastante; el personaje y sus achaques parecían haber dado de sí todo lo que tenían y la historia me empezaba a resultar ya bastante reiterativa. A lo mejor la trama daba después un giro sorprendente, no tenía pinta, pero nunca lo sabré porque, la verdad, no me apetecía continuar leyendo 170 páginas más.

Muñoz Rengel es un cuentista y, al parecer, bueno. No entiendo qué necesidad tenía de meterse en una novela si no es el género en el que se siente más a gusto. Borges no lo hizo.