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martes, 7 de julio de 2015

RESEÑAS DE LIBROS. “BLITZ” DE DAVID TRUEBA (ANAGRAMA)


CIENTO VEINTICUATRO MARAVILLOSAS PRIMERAS PÁGINAS QUE NO SE MERECEN LAS CUARENTA ÚLTIMAS.

Hay muy pocas personas que dominen dos artes, bastante complicado es ya alcanzar la maestría en una sola como para intentarlo con dos. David Trueba es una de ellas. No sólo dirige estupendas películas, sino que también es capaz de escribir novelas tan redondas como “Saber perder”. Justo por eso, “Blitz” se me queda corta, me sabe a poco; como cuando un alumno de 10 saca un 8. Está bien, incluso muy bien, pero se esperaba más.

Después de 124 maravillosas primeras páginas donde reinan por derecho propio dos personajes espléndidos, un hombre joven abandonado por su novia y una mujer alemana que le dobla la edad, de repente, como si David Trueba hubiera sufrido una de esas “pájaras” que afectan a los ciclistas, remata la historia en las cuarenta siguientes de una forma tan apresurada que me resulta incomprensible en el autor de “Saber perder”. Las últimas páginas parecen más un esquema para desarrollar que una parte acabada de la novela. Esos personajes inolvidables y su historia no se lo merecían. Y el lector tampoco. Puede que haya alguna razón estilística o alguna explicación literaria que lo justifique, quizás tenga su sentido, pero a mí nadie me quita ya la decepción de no haber podido leer el final que, en mi opinión, esa novela merecía.

Y dicho esto, no puedo hacer otra cosa que recomendaros que compréis el libro y que lo leáis, porque esas 124 páginas y los personajes que las habitan merecen mucho la pena. Las últimas, ya digo, sólo rematan la historia, pero de una forma tan esquemática que quizás habría sido mejor no incluirlas. Las primeras tienen la fuerza suficiente como para sostenerse solas. A lo mejor un día David Trueba nos da la sorpresa y remata esta novela como su talento le obliga.

jueves, 2 de julio de 2015

RESEÑAS DE LIBROS. “UN HIJO” DE ALEJANDRO PALOMAS (BRIDGE – LA GALERA)


CONMOVEDORA E INQUIETANTE A LA VEZ. SE LEE DE UN TIRÓN, PERO NO SE OLVIDA FÁCILMENTE.

“Un hijo” es una novela de verdad emocionante y enternecedora, de esas que cuentan una historia que habrá de seguir rondándonos mucho tiempo después de haber pasado la última página. No puedo contar mucho acerca de la trama, sería un pecado desvelar algún dato esencial antes de tiempo, porque esta novela sobre un niño hipersensible, un padre sobrepasado, una madre ausente, una niña atrapada en su propia cultura y una orientadora escolar de lo más perspicaz, es sobre todo una novela de misterio. Puede que no transcurra por las vías habituales del género, pero eso no impide que en varias ocasiones un escalofrío nos recorra la columna vertebral, que se nos pongan los pelos de punta. A mí, por lo menos, fue lo que me ocurrió. Y ya no diré más.

Me gustaría hacer una mención especial a las ilustraciones que acompañan el texto, estupendas e indispensables para seguir la historia. En cuanto al diseño de la portada, no puede ser más adecuado, recoge  a la perfección el ambiente y la esencia de la novela, y esto no es tan habitual.

Sobre la estructura y el punto de vista, sólo un reproche (pequeño). Me da la sensación de que Alejandro Palomas comenzó la novela con una idea muy clara acerca del carácter coral de la novela, dando categoría de narradores al niño, su padre, la tutora y la orientadora. Pero la fuerza como narradores del niño protagonista y de su orientadora es tan descomunal que acaba por no dejar sitio a los otros dos. Así que, superadas las primeras cincuenta páginas, toman ellos las riendas en exclusiva del relato y ya no las sueltan hasta el final. Una vez aceptada la situación, quizás lo mejor hubiera sido retomar el comienzo y eliminar definitivamente al padre y la tutora como narradores. No es que sea algo trascendental ni mucho menos, pero habría dado más armonía a la estructura.

En resumen, una estupenda novela, conmovedora e inquietante a la vez, que se lee de un tirón, pero no se olvida fácilmente.

miércoles, 1 de julio de 2015

RESEÑAS DE LIBROS. “PENSIÓN LEONARDO” DE ROSA RIBAS (SIRUELA)


ROSA RIBAS O EL DON DE LA NARRACIÓN.

Reconozco que empecé a leer esta novela pensando que sería la tercera entrega de la serie negra que Rosa Ribas escribe junto a Sabine Hofmann; así que, cuando me di cuenta de mi error, me sentí un poco defraudado. Pensé, vaya, una novela que se desarrolla en una pensión de Barcelona en los primeros años sesenta y que ni siquiera es de género negro, pues no es esto lo que me apetece leer ahora. Claro que el disgusto me duró muy poco tiempo, apenas el necesario para meterme en la historia que me querían contar. Porque lo que Rosa Ribas quiere es contarte siempre una buena historia. Esto parece una obviedad, todos los escritores deberían querer contarnos una historia. Puede ser, pero lo que no tienen todos es el don de la narración, la capacidad para contar cualquier cosa y hacerlo bien. Pero me siento incómodo hablando de dones porque parece que cuando los hay ya no debería hacer falta el trabajo, las historias ya se pueden escribir solas. Nada más alejado de la realidad, por supuesto.

Con los elementos que componen “Pensión Leonardo” es fácil fracasar literariamente, perderse por caminos no deseados, y sin embargo, supongo que por aquello del don y del trabajo, Rosa Ribas consigue dar con el tono y la perspectiva adecuados para llevarla a buen término. En ella se habla de la vida cotidiana en una pensión durante el franquismo, de la familia que la regenta, de sus inquilinos, de los habituales del bar anexo… Pero sobre todo de lo que no se dice, de los secretos de familia, de aquellas cosas que no deben ser contadas ni siquiera en voz baja, ni siquiera a los más cercanos; abuelos que no se pueden mencionar, tíos que no existen, pasados que se quedaron en otro lugar como si pertenecieran a una vida anterior. Se habla también de los que perdieron la guerra, pero deben seguir viviendo a pesar de todo. La pensión Leonardo es en definitiva una España en miniatura, un microcosmos en el que queda reflejada la sociedad de la época. Y en medio de todo, Lali, una niña muy despierta para la que los secretos y los silencios no son más que puertas abiertas a la investigación. Así que al final, Rosa Ribas no lo puede evitar, aquí también acabamos por encontrarnos con una investigadora y muchos misterios, aunque sean familiares.