Para muchos veteranos aficionados a
la novela negra "La noche a través del espejo" no es un clásico más,
sino que forma parte de la mitología del género y de sus más placenteros
recuerdos lectores; así lo cuenta en su introducción Juan Salvador, dueño de "Estudio en Escarlata", la estupenda
librería madrileña especializada en literatura de género. Sin embargo, para un
lector nuevo, como lo soy yo de esta novela, la experiencia no resulta tan
satisfactoria. Reconozco que mezclar a Lewis Carroll y su Alicia en una trama
de novela negra tiene su mérito y, a primera vista, bastante atractivo
también. Lo que pasa es que para conseguirlo, Fredric Brown sacrificó una
pieza muy importante del juego de la ficción, la verosimilitud. Pasan tantas
cosas en una sola noche y tan “increíbles” que no hay estructura literaria, por
ingeniosa que sea, capaz de sostener la verosimilitud del relato. Tampoco hay
que olvidar que Brown no era un genio de la literatura, sino un buen artesano,
y queda claro que en este caso le faltaron herramientas para llevar su idea al
mejor puerto.
Dicho todo lo anterior, hay que
reconocer también que “La noche a través del espejo” rezuma ambiente de novela
negra por los cuatro costados y que sus protagonistas sí que son muy
auténticos, especialmente el dueño del bar, uno de esos personajes que no
resultan fáciles de olvidar. Además, la edición de Reino de Cordelia está muy
cuidada desde la traducción de Susana Corral al diseño de la portada y sobrecubierta,
pasando por la ya mencionada introducción de Juan Salvador. Así que, teniendo
en cuenta todo esto y que “La noche a través del espejo” es un título que forma
parte de la historia de la novela negra, yo recomendaría su lectura.
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