UN ESTILO PERSONAL,
INCONFUNDIBLE E INTRANSFERIBLE
Santiago Lorenzo tiene un estilo personal, inconfundible e
intransferible. Y eso ya es muchísimo. Sobre todo hoy en día, cuando se
publican tantas novelas clónicas, muchas de ellas tan académicamente perfectas,
como vacías en su interior. Lejos de todo eso, vamos, justamente enfrente, se
encuentra Santiago Lorenzo, con su estilo propio, tan propio que, si a uno le
pilla de nuevas, si es la primera vez que se acerca a su obra, debe pasar por
unas cuantas páginas de adaptación (no muchas). Debe aceptar que se invente
palabras para sustituir otras que ya existen, aceptar sus frases llenas de
imágenes, y aceptar también su universo, un poco sórdido y un poco cutre, y
asumir que sus personajes no van a ser como los estereotipos habituales de las
novelas clónicas. Una vez que se han aceptado sus condiciones, se logra penetrar
en su universo literario y ya entonces se puede disfrutar de él con la
seguridad de que no habrá otro igual.
Resumir el argumento de Las
ganas en un par de líneas resulta aparentemente fácil: un científico con
serios problemas afectivos, ha creado una empresa para comercializar uno de sus
descubrimientos, una nueva sustancia que regenera la madera y que le podría
suponer grandes beneficios económicos si lograra introducirla en el mercado.
Sólo leyendo esto ya vienen a la cabeza multitud de imágenes más o menos
tópicas que pueden hacer pensar que ya se sabe de qué va a ir la novela. Pues
no. Ni el científico ni sus problemas afectivos ni su empresa son como uno cree.
Os lo aseguro. Nunca habéis leído una novela parecida a ésta. Podéis creerme.
Otro aspecto interesante de Las ganas lo encontramos en la forma en que se mezclan en sus
páginas elementos humorísticos y dramáticos sin solución de continuidad. La
palabra “tragicomedia” parece haber sido inventada para esta novela.
Por todo lo anterior, no resulta extraño que Santiago
Lorenzo publique en Blackie Books. Sólo la editorial que ha rescatado a Jardiel
Poncela, Brautigan, Astrid Lindgren (Pippi Calzaslasrgas) o el Cándido de
Voltaire ilustrado por Quentin Blake, que tiene a Ben Brooks o Everett en su
catálogo, puede dar acomodo a las novelas de Lorenzo. Por más que lo
intentamos, no podemos imaginárnoslo en ninguna otra editorial.
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