UNA PEQUEÑA JOYA QUE NOS ENSEÑA A VIVIR AL RITMO DE LA NATURALEZA
Se puede asociar la meditación casi con cualquier circunstancia
de la vida, con cualquier actividad cotidiana, sea cual sea su naturaleza,
desde descargar un camión o fregar los platos hasta conducir o dar un simple paseo.
Partiendo de esta base, hay que reconocer que el cuidado de las abejas, como ocurre
con la propia agricultura, se encuentra especialmente cerca de la actitud
meditativa porque está relacionada con la respiración del planeta, con sus
estaciones, su temperatura, sus fenómenos atmosféricos y, sobre todo con la
simbiosis entre seres humanos y naturaleza. En el caso de la apicultura, lo que
se ofrece a las abejas es cobijo, cuidado y protección a cambio de parte de la miel
de la colmena. Es verdad que la relación es algo desequilibrada, si tenemos en
cuenta, como se nos dice, que para
conseguir 450 gramos de miel, las abejas de una colmena han tenido que hacer
dos millones de visitas a las flores de su entorno. Aun así, pese a la disparidad de
esfuerzos, hay en la apicultura una armonía con el ritmo de la naturaleza que
le viene muy bien a la meditación.
En cuanto a la estructura de “La meditación y el
arte de cuidar abejas”, el escritor y periodista Mark Magill va alternando con
bastante habilidad su propia experiencia como apicultor con notas a modo de
manual sobre la meditación; abundante información sobre las abejas y su
comportamiento; así como citas de poetas, novelistas, dramaturgos, naturalistas
y maestros espirituales en torno a las abejas y a la meditación. La pauta que
ordena los textos es la de las estaciones del año. Se empieza, como en el año
romano, en primavera y se acaba en invierno. Toda una metáfora de la vida.
Lo verdaderamente inesperado en este libro es que las
lecturas que producen de verdad sosiego, los textos que más nos acercan al
espíritu de la meditación, no son los dedicados a explicarnos cómo meditar, ni
las citas de los maestros, sino los que describen el comportamiento de las
abejas y las actividades del apicultor a lo largo de las estaciones.
Para concluir, me
gustaría destacar la espléndida edición de esta nueva colección de Siruela
dedicada a la atención plena (“Tiempo de mirar”), con unas cubiertas de esas
que da gusto tocar y unas preciosas ilustraciones en las guardas y en los
inicios de cada estación del año. Como siempre decimos, éste es el camino para
evitar que el libro electrónico sustituya al de papel, algo que, por cierto, cada
vez parece más improbable.
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