Buscar este blog

martes, 15 de julio de 2014

ACABO DE LEER… “EN UN METRO DE BOSQUE. UN AÑO OBSERVANDO LA NATURALEZA” DE DAVID GEORGE HASKELL (TURNER)



Lo más contundente que puedo decir sobre este libro es que empecé a leerlo en un ejemplar prestado de la biblioteca y que a mitad de la lectura me di cuenta de que no era un libro de leer y guardar o de leer y devolver, sino de leer y releer y también de llevar uno consigo en sus paseos por el bosque, así que acabé por comprarlo.

David George Haskell es biólogo, poeta y practicante de meditación zen, y todas esas condiciones las ha aplicado en la redacción de este libro hasta el punto de que estoy convencido de que un libro como éste sólo podría haber sido escrito por un poeta que a la vez fuera biólogo y practicante zen, por eso es un libro tan especial y único.

La propuesta de Haskell resulta ya interesante desde el primer momento. Ha escogido un metro cuadrado cualquiera en mitad de un bosque del estado de Tennessee sin otro criterio que el de contar con una piedra relativamente cómoda donde se va a sentar en sucesivas ocasiones a lo largo de las cuatro estaciones del año con el único objetivo de permanecer atento a lo que le rodea, a los pequeños y grandes acontecimientos protagonizados por la flora y la fauna del lugar. Durante ese año nos ira narrando sus experiencias, ilustrándonos al tiempo sobre ecología, entomología, biología y miles de cuestiones diferentes relativas a su metro cuadrado de bosque. Así aprenderemos que son las hembras de los mosquitos las únicas que nos pican y por qué, que las aves comen las cáscaras de los caracoles para hacer acopio del calcio con el que se formarán sus huevos, que los líquenes son una asociación simbiótica entre hongos y algas o microbios, lo que son las flores efímeras primaverales y por qué deben darse prisa en su polinización, como se protegen los árboles del viento… En fin es tanta la información interesante que, como dije al principio, hacen falta varias relecturas para asimilarla bien. Haskell se refiere a su metro cuadrado de bosque como “el mandala” porque para él representa todo el universo de la misma manera que lo hacen los mandalas para los budistas.

En cualquier caso, lo que este libro de verdad nos enseña es a observar lo que nos rodea con atención, como el mismo Haskell dice en el epílogo, “creamos lugares maravillosos al prestarles atención, no al descubrir lugares inmaculados que nos maravillen. Jardines, árboles urbanos, el cielo, campos, bosques jóvenes, una bandada de gorriones de las afueras de una ciudad… todos ellos son mandalas. Observarlos atentamente es tan provechoso como observar un bosque antiguo”. Y para ello nos da dos consejos finales, observar sin más expectativas que unos sentidos abiertos con entusiasmo y hacerlo inspirándose en la práctica de la meditación, centrando la mente en el momento presente.


No hay comentarios:

Publicar un comentario