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lunes, 23 de mayo de 2016

RESEÑAS DE LIBROS. "SUAVE CARICIA. LAS MUCHAS VIDAS DE AMORY CLAY" DE WILLIAM BOYD (ALFAGUARA)


¿POR QUÉ PERDEMOS TANTO TIEMPO LEYENDO NOVELAS MEDIOCRES PUDIENDO DISFRUTAR DE MARAVILLAS COMO ÉSTA?

Recorremos las primeras páginas de esta novela y enseguida nos damos cuenta de que estamos en manos de un maestro del oficio, de un narrador veterano que se adentra en la trama con precisión y firmeza, sin ninguna prisa, colocando las primeras piezas en el tablero de la historia sin dejar espacio para dudas o titubeos. Y es entonces, nada más empezar, cuando nos lamentamos por todo el tiempo que hemos perdido con novelas mediocres e imperfectas mientras que podríamos haber estado leyendo tan ricamente a autores como William Boyd, que nunca decepcionan, ni siquiera en sus novelas más flojas.

Pero es que “Suave caricia” no es una de sus novelas flojas, todo lo contrario. Probablemente sea una de las mejores que ha escrito, muy cerca de la fascinante “Sin respiro”, y algo por encima de una de sus grandes novelas de la primera etapa, “Las nuevas confesiones”. Y menciono estos títulos porque tienen mucho en común con “Suave caricia”: las tres novelas cuentan la vida completa de su personaje, de principio a fin, al tiempo que recorren la historia europea más reciente, con especial detenimiento en los acontecimientos bélicos, sobre todo en la Segunda Guerra Mundial. A “Las nuevas confesiones” y “Suave caricia” las uniría además la profesión artística de sus protagonistas (el cine y la fotografía), mientras que una mujer de gran carácter es lo que tienen en común “Suave caricia” y “Sin respiro”, aunque esta última sea la única de las tres con forma de emocionante thriller.

Si seguimos las peripecias de Amory Clay en “Suave caricia”, visitaremos con ella Berlín en los años 20, Nueva York en los 30, Londres antes de la guerra, Francia tras su liberación, Vietnam a finales de los 60 (durante la guerra), California en los 70, y a lo largo de toda la novela, la apacible campiña escocesa. Todos estos escenarios se entremezclan con la biografía de la fotógrafa de ficción Amory Clay hasta el punto de convertirse ellos mismos, si no en personajes, sí en elementos esenciales de la historia que se nos cuenta. Y ya que hablamos de personajes, sería un buen momento para destacar la enorme capacidad de William Boyd para construir personajes de verdad, tanto protagonistas como secundarios. Además, en este caso, Boyd ha incluido en su novela una buena cantidad de fotos “auténticas” que recogen algunas de las escenas descritas o retratan a los principales personajes. Teniendo en cuenta que son fotografías verdaderas las que ilustran un relato de ficción, nos damos cuenta del fascinante juego que se establece entre lo real y lo imaginario.

Por último, me gustaría destacar el final de la novela, las últimas páginas. No las voy a destripar, por supuesto, pero sí puedo decir que he leído pocos finales de novela tan esperanzadores y positivos como éste, lo cual es de especial mérito cuando hablamos de una biografía.

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