No es complicado entrar
literariamente en el reino mítico de Camelot, varias son las puertas que te
pueden llevar allí. Salir, sin embargo, ya no resulta tan sencillo porque, una
vez atrapado por su leyenda, lo más probable es que seas tú mismo el que ya no
quieras abandonarla nunca más. Si esta es la primera vez que te acercas a
Arturo, Ginebra, Lanzarote y el resto de los caballeros de la Mesa Redonda, ten
cuidado. Quedas advertido.
Las entradas más
directas al ciclo artúrico las encontramos tanto a través de las novelas de
Chretien de Troyes (S. XII), sobre todo “El caballero de la carreta”, “El
caballero del león” y “El cuento del Grial”; como a través de las cinco novelas
del llamado ciclo de La Vulgata (S.XIII) de autor anónimo. Un poco más
indirecta sería la extensa novela que escribió Thomas Malory en el siglo XV bajo
el título de “La muerte de Arturo”, basándose sobre todo en La Vulgata, aunque
con aportaciones propias.
Pero todavía hay dos
posibles introducciones más a la leyenda, ambas de autores del siglo XX. Me
refiero a “Los hechos del rey Arturo y sus nobles caballeros”, la novela
(inacabada) que John Steinbeck escribió a partir de “La muerte de Arturo” de
Thomas Malory; y la otra es precisamente la que nos ocupa, la tetralogía que el
británico T.H. White tituló “The once and future King” (“El rey que fue y será”,
1958) y que ha llegado hasta nosotros, a través de la editorial Bruguera (1968),
en cuatro volúmenes separados como “La leyenda del rey Arturo” (Debate, 1983),
y agrupada en un solo tomo bajo el título “Camelot” (DeBolsillo, 2012). En este
caso, White también parte de la novela de Malory.
Dos grandes genios de
la literatura fantástica actual, J. K. Rowling y Neil Gaiman, se confiesan grandes
admiradores de las novelas artúricas de T. H. White, tanto que, cuando en su
momento se habló de que Rowling podría haber copiado personajes de Gaiman, este
salió al paso diciendo que probablemente ambos habían robado personajes del
primer libro de la tetralogía de White (“La espada en la piedra”). Curiosamente,
en las novelas de Rowling, el tono de la narración experimenta una evolución
desde la primera a la última muy parecida a la de las cuatro novelas de White. En
ambos casos las novelas se van oscureciendo desde una primera, inocente e
infantil, hasta la última, con un estilo mucho más maduro y un tono
definitivamente adulto.
Estos son los libros
que componen la tetralogía artúrica de T. H. White:
“La espada en la
piedra” (1938). Cuenta la infancia del rey Arturo como pupilo de Sir Héctor y
discípulo de Merlín. Es una de las partes menos tratadas por las fuentes
directas de la leyenda artúrica así que White pudo explayarse libremente y jugó
a imaginar cómo Merlín convertía a Arturo en diferentes animales de tierra,
agua y aire para que aprendiera a ponerse en el lugar de los demás. También
aparecen Robin Hood y Marian, y la famosa espada clavada en la piedra. Es en
este libro en el que se basó Disney para su película “Merlín, el encantador”,
que en inglés se llamó literalmente como la propia novela, “La espada en la
piedra”.
“La reina del aire y
las tinieblas” (1939). Narra los primeros años del reinado de Arturo y su
consolidación en el trono. Se centra también en su hermanastra Morgause de
Lothian y sus hijos Gawain, Agravaine, Gaheris, Gareth y Mordred, hijo de
Morgause y Arturo). También ocupan un papel destacado el rey Pelinor (personaje
con una gran influencia de don Quijote), Sir Grummore y Sir Palomides. Entre
los tres se hacen cargo de la parte cómica de este libro.
“El caballero malhecho”
(1940). Este tercer libro tiene como protagonistas principales a Lanzarote y
Ginebra. Por otra parte, el rey Arturo encomienda a sus caballeros la búsqueda
del Santo Grial con el fin de que orienten su afán de aventuras a un objetivo
piadoso.
“Una vela al viento”
(1941) afronta las últimas tres semanas del reinado de Arturo y por tanto su
decadencia como monarca, enfrentado por una parte a la fuerte oposición que
ejerce contra él su hijo Mordred, y por otra parte a su propia decepción con el
ser humano por su egoísmo y su ansia de poder.
Hay una quinta novela, "El
libro de Merlín" (1941), que White escribió para añadirlo a su serie
artúrica, pero que finalmente se publicó póstumamente en 1977. También hay
versión española de las tres editoriales mencionadas.
Respecto a las
ediciones españolas, tanto las de Bruguera y Debate (descatalogadas) como la de
DeBolsillo utilizan la traducción del misterioso lexicógrafo y traductor
Fernando Corripio. Y lo calificamos de misterioso porque, a pesar de haber
traducido muchos libros y de haber elaborado un buen número de diccionarios
para la editorial Bruguera (muchos de los cuales se siguen vendiendo a buen
ritmo con los derechos cedidos a otras editoriales, como el “Diccionario de
ideas afines” o el “Diccionario de sinónimos y antónimos”), lo único que se
sabe de él es que nació en 1928, que estudió filología, que fue marino
mercante, que vivió tres años y medio en Buenos Aires y que murió en 1993. Ni
siquiera las editoriales a las que Bruguera había vendido los derechos de las
obras de Corripio se enteraron de su muerte. Un olvido y un desconocimiento tan
triste como extraño para un autor con tanta obra publicada y todavía en
catálogo.
En cualquier caso, a lo
mejor no vendría mal que alguna editorial retomara la tetralogía de White y la
reeditara quizás con una nueva traducción y algo de cariño en la edición.
Esperemos que así sea.
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