REEDICIÓN
ILUSTRADA Y CASI DE COLECCIONISTA DE TODO UN CLÁSICO DE LAS NOVELAS DE
APRENDIZAJE
Intentar escribir a estas alturas una reseña
original acerca de un clásico como el “Demian” de Hermann Hesse puede resultar
tan abrumador como hacerla del Quijote o de Hamlet. Sin embargo, a los que
nunca lo han leído, probablemente por una cuestión de edad, sí podría ayudarles
a lo mejor una pequeña introducción.
Para empezar, deben saber que “Demian” es un ejemplo
perfecto de dos tipos muy característicos de novela que representan cada una un
género por sí misma. Me refiero a la novela de aprendizaje y a la novela
filosófica. En cuanto novela de aprendizaje, “Demian” es una de las más
icónicas. Como también lo son las más conocidas del resto de la obra de Hesse.
Se consideran así aquellas novelas que tratan acerca de la transición del
protagonista desde la infancia o la juventud a la edad adulta, con el
consiguiente cambio en su escala de valores y en su perspectiva acerca de la
propia existencia y la de los que le rodean. Hay muchas otras también muy
importantes, se me ocurren ahora “La línea de sombra” de Conrad, “El guardián
entre el centeno” de J. D. Salinger, “Bajo las ruedas” del propio Hesse, “El
rojo y el negro” de Stendhal, “El gran Meaulnes” de Alain Fournier o incluso la
propia serie de Harry Potter de J. K. Rowling. Pero, ya digo, si alguien me preguntara
a bote pronto por una novela de aprendizaje, “Demian” sería la primera que me
vendría a la cabeza.
Y también entra “Demian” a la perfección en el
género de las novelas filosóficas. Como en el caso anterior, se podría incluir
en este género casi toda la obra de Hesse, que utilizó la ficción como vía de
expresión de su particular línea de pensamiento acerca de las grandes
cuestiones existenciales del ser humano en el contexto de la Primera Guerra
Mundial.
En “Demian” Emil Sinclair, su protagonista, cuenta
en primera persona su propia angustia existencial cuando abandona lo que él
llama “el mundo de la luz” de su hogar familiar para comenzar a explorar la más
ambigua realidad de los adultos (el “mundo oscuro”). En su trasiego, Sinclair
va a dar con una serie de personajes que, de una u otra forma, le van a ir
abriendo nuevas perspectivas. De entre todos ellos destaca Demian, que da
nombre a la novela, un chico sólo algunos años mayor que él, pero cuya
extraordinaria madurez y seguridad en sí mismo, lo convierten en un guía del
mundo adulto para Emil Sinclair.
Son muchos los asuntos que trata “Demian”, y casi
todos de gran relevancia para un lector adolescente. Entre los principales
destacarían la lucha entre el bien y el mal, el amor platónico, la sexualidad,
el materialismo frente a la espiritualidad o la propia idea de Dios. Por eso el
lector ideal de esta novela es el que todavía no ha cumplido los veinte años. A
medida que se aleje de esta edad, su efecto mágico se irá debilitando hasta
desaparecer casi por completo en el lector adulto.
A los que ya conocen
“Demian”, sobre todo los que lo leyeron en los años setenta y ochenta en la
mítica colección de bolsillo de Alianza Editorial, poco hay que decirles. Si
acaso que se pueden regalar esta edición casi de coleccionista, en gran formato
e ilustrada a la perfección por el artista plástico alemán Bastian Kupfer como
una forma de homenaje a su propia adolescencia y juventud. El tamaño resulta
desde luego ideal para los que ya empiezan con problemas de presbicia, y las
ilustraciones de Kupfer les ayudarán a retomar la atmosfera de la novela allí donde la dejaron.
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