UNA
FÁBULA MORAL Y LUMINOSA DEL HERMANN HESSE ESPAÑOL
Ahora que Pablo D'Ors ha consolidado su carrera literaria con
un buen número de estupendas novelas y un ensayo superventas como
"Biografía del Silencio", conviene detenerse un momento para volver a
alguna de sus primera obras y descubrir que el germen de lo que ahora leemos y
tanto nos conmueve ya estaba presente desde el principio. Y así llegamos a
"Andanzas del impresor Zollinger", una novela corta editada en 2003
por Anagrama y reeditada diez años después por Impedimenta, que podría servir
como ejemplo de ese tipo de literatura que tanto reivindica Pablo d'Ors y que
él mismo califica como "literatura luminosa" o "literatura de la
luz".
August Zollinger, el protagonista de sus propias andanzas, ha
nacido con una vocación, la de ser impresor. Ese es el trabajo que le apasiona
y al que quiere dedicar su vida. Sin embargo, las circunstancias no le
favorecen y debe recorrer diversas ciudades para poder ganarse la vida con los trabajos,
siempre modestos, que le van saliendo aquí y allá. Y es precisamente en la
modestia de estos trabajos donde August demuestra que, a pesar de su juventud, ya
es un hombre sabio, porque en su fuero interno sabe que no hay trabajos mejores
y peores sino trabajos bien y mal ejecutados. Por eso, sea cual sea la labor
que le encomienden, él se esfuerza en llevarla a cabo de la mejor manera
posible recibiendo a cambio la satisfacción propia, y a veces ajena, por las
cosas bien hechas y, al tiempo, la tranquilidad de espíritu. Ésta es la luz de
la que habla Pablo d'Ors, la que ilumina a las personas ejemplares que, por su sencillez,
no suelen llamar la atención.
El editor califica a esta novela como fábula moral, y
efectivamente lo es, no sólo por su apuesta por el trabajo bien realizado, sino
por el repaso que da en tan breves páginas a las otras fuentes de satisfacción
para el ser humano: el amor, la amistad, el compañerismo o la soledad cuando es
buscada.
También se refiere el editor a los ecos que resuenan en ella
de Kafka, Walser, Hesse y Kundera, puede ser. De hecho, tanto Kafka como Hesse
y Kundera son tres de los autores favoritos de Pablo d'Ors. Y quizás también
Walser, no lo sé. Yo a quien veo sobre todo en esta novela es a Hesse, por su
carácter moral, pero también por su condición de novela de aprendizaje, casi de
guía vital para el joven que empieza. Aunque hay algo que d'Ors tiene y que a
Hesse le falta, y es el sentido del humor. Todo el texto está salpicado de comentarios
o escenas llenas de humor como el juego de seducción en conversaciones telefónicas
de cinco segundos o el proceso de estampado de sellos en el ayuntamiento que a
mí no deja de recordarme a la famosa escena de las tuercas de Chaplin en “Tiempos
Modernos”.
Y la edición, impecable, claro, como acostumbra Impedimenta. Ese juego
de diseño entre la sobrecubierta y la cubierta, el papel tipo verjurado de la
sobrecubierta, el tipo de letra, el uso del bicolor negro y rojo en portadilla
y portada… En fin, toda una reivindicación del libro de papel frente al
electrónico.
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