UNA ESTRUCTURA ARRIESGADA Y SOBERBIA PARA SOSTENER UNA OBRA MAESTRA
En las novelas, ya se
sabe, la estructura es fundamental. Debido a su tamaño, necesitan, mucho más
que los cuentos, de un buen entramado interno para que el resto de los elementos
se pueda sostener sobre él. En “El atlas de las nubes” está estructura es
sencillamente magistral, arriesgada y soberbia a la vez. En la primera mitad, David
Mitchell deja sin acabar siete relatos consecutivos que se desarrollan en
varios momentos de la historia más o menos reciente (siglo XIX, años 30 y 70
del siglo XX, comienzos del XXI) y en un futuro no muy lejano, quizás dentro de
150 o 200 años, hasta llegar a la cúspide de una pirámide temporal que él sitúa
en un futuro ya más remoto y catastrófico. A partir de entonces vuelve en
sentido inverso a sus historias pendientes (futuro no muy lejano, comienzos del
siglo XXI, años 70 y 30 del siglo XX, siglo XIX) para ir cerrándolas.
Los enlaces entre las
distintas épocas y también los vehículos narrativos son las diferentes fuentes
de información que van sobreviviendo el paso del tiempo para llegar a manos u
oídos de algún personaje del siguiente periodo narrado (un diario, una
colección de cartas, un manuscrito, una memoria artificial y la más primitiva
tradición oral). Además, según la época y las necesidades del relato, David Mitchell
juega con multitud de géneros (literatura marina, negra, de aventuras,
ciencia-ficción distópica, post apocalíptica…).
Como podéis ver, el
esfuerzo de estructura es inmenso, pero muy logrado también. Y le sirve a David
Mitchell para hablarnos de la naturaleza humana y su insaciable codicia, de su ambición
desmedida y autodestructiva. En cada uno de los relatos encadenados podemos
contemplar el lado más oscuro de la humanidad y la manera en que casi
inevitablemente nos va conduciendo al colapso. Aunque la idea principal, estimulante
e inquietante a la vez, que sobrevuela toda la novela y que justifica de verdad
su original estructura, es ésta: la infinidad de pequeñas decisiones de cada
una de las personas que formaron parte de las generaciones que nos precedieron,
nos han traído hasta aquí, de la misma forma que las nuestras marcarán de alguna
manera la forma de vida de las generaciones futuras. Nuestros ancestros están
en nosotros igual que nosotros seguiremos presentes en nuestros descendientes.
“El atlas de las nubes”
es una obra maestra y diferente, que proporciona muy buenos momentos de lectura
placentera. Eso sí, tiene 600 páginas. Aseguraos de disponer de un periodo más
o menos tranquilo para poder leerla con la regularidad que precisa.
Hace poco, en 2012,
se adaptó “El atlas de las nubes” al cine. No la he visto, pero me cuesta mucho
entender cómo han podido llevar esta novela al cine. No me parece tarea fácil.
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