UN BUEN EJEMPLO DE LA DESOLACIÓN MORAL Y ANÍMICA DE LA
ALEMANIA DE POSGUERRA
Ser alemán durante los quince años que siguieron al final de
la Segunda Guerra Mundial no debió de resultar una tarea fácil. El país se hallaba
hundido económica y moralmente, y un sentimiento de culpa y vergüenza
colectivos lastraba a toda una generación. En ese contexto tan difícil surgió el
“Grupo 47”, formado en 1947 (de ahí el nombre) por un buen número de novelistas,
críticos literarios y otros intelectuales alemanes a los que unían sus dramáticas
experiencias vitales y unos intereses literarios comunes. Algunos de sus
miembros, los de mayor proyección internacional, son muy conocidos, entre
nosotros, como el premio Nobel Günter Grass; el pensador Hans Magnus
Enzensberger o el últimamente algo olvidado Heinrich Böll. Junto a ellos, hubo
otros, menos internacionales, pero que resultan igualmente interesantes. Uno de
ellos es Siegfried Lenz.
Los relatos que componen “El barco faro” (1960) son todos de
muy buen nivel, pero hay dos que sobresalen por encima de los demás, quizás
porque sean los que mejor ilustran esa confusión colectiva de carácter moral y
anímico de la que hablábamos al principio: son el primero, la novela corta que
da título al libro; y el último, “Los humores del mar”. En “El barco faro”, una
embarcación que permanece anclada e inmóvil frente a la costa a modo de faro
flotante, se ve asaltada por un grupo de delincuentes después de haber sido
rescatados de un naufragio. A partir del momento en que esos elementos extraños
y agresivos suben a bordo, se desatan fuertes controversias entre la
tripulación y su capitán acerca de lo que se debe hacer frente a la agresión
que están sufriendo. En esa disputa casi silenciosa, hay un elemento que mina
la autoridad del capitán, su presunto comportamiento poco honroso en un
episodio del pasado. No es difícil ver en esta historia casi alegórica, las
dudas morales de los ciudadanos alemanes, que pudieron sentirse a la vez
víctimas y culpables por su sometimiento a la violencia de los nazis.
“Los humores del mar” cuenta las peripecias de un grupo de
hombres que, en su huída de Alemania a bordo de una precaria embarcación, deben
enfrentarse a la niebla y las tormentas para intentar llegar a las costas de
Dinamarca sin ser descubiertos por los guardacostas. Este relato, no sólo puede
representar la claustrofobia que debieron de sentir muchos alemanes dentro de un país
aislado y agresivo al mismo tiempo (otra vez la alegoría), sino que recrea un
episodio de la vida del propio Siegfried Lenz, que hacia el final de la guerra
decidió desertar del ejército y se refugió en Dinamarca.
Del resto de los relatos, me gustan especialmente “Un
amigo del gobierno” y “El hijo del dictador”. Ambos resultan tan actuales que
podrían desarrollarse, por ejemplo, en la Corea del Norte de nuestros días.
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