“BIBLIOTECA DE ENSAYO” NUNCA DEFRAUDA.
La colección “Biblioteca de Ensayo” de Siruela nunca
defrauda. Todavía recuerdo el “Séneca” de María Zambrano, todo un clásico, que
leí en el año 95. Era el número 3. Pero es que hoy sigo oyendo y leyendo a
mucha gente recomendando su número 1, “El elogio de la sombra” de Tanizaki, todo
un long-seller con sus 34 ediciones. Por no hablar de su último éxito, “Biografía
del silencio” de Pablo d’Ors (número 54) o el que leeré próximamente, “Elogio
del caminar” de David Le Breton, su número 58. Que en veintiún años sólo se hayan
publicado 59 títulos, da una idea del cuidado con el que siempre ha tratado Siruela a esta colección de
ensayos de bolsillo.
“La invención del cuerpo” no es, como ya advierte su autora
en la introducción, un ensayo sobre las costumbres sexuales en el mundo clásico
(Grecia y Roma), sino un tratado sobre la iconografía erótica entre griegos y
romanos, que no es lo mismo. Comienza haciendo un poco de historia sobre el
desnudo en el arte griego, el masculino primero (asociado al ideal de belleza musculosa
de atletas y guerreros) y, mucho después el femenino (más vinculado a lo
cotidiano y a las deidades femeninas), con interesantes explicaciones sobre el
porqué de los genitales infantiloides en las estatuas de varones y mujeres adultos,
sobre la costumbre de la infibulación masculina entre los atletas o acerca de la
supuesta mala suerte que podía recaer sobre aquellos que contemplaban a una
mujer desnuda.
Más adelante el ensayo se centra en el significado mágico o
supersticioso de símbolos eróticos tan poderosos como el miembro masculino, que
abundaban en los lugares más cotidianos de Grecia o Roma sin que su imagen se
considerara en la época ni obscena ni provocativa, sino más bien protectora.
Para finalizar, el capítulo “Ars erotica”, repasa la
presencia de elementos eróticos en piezas de cerámica y otras obras de arte,
aproximándose a la consideración del lesbianismo en la cultura clásica y sobre
todo a la iniciación sexual de los varones griegos a través de relaciones
homosexuales. La última parte aborda las diferentes posturas eróticas que
aparecen en las piezas de cerámica y su significado social.
Al cerrar el libro hemos desterrado ideas falsas, disfrutado
con algunas curiosidades y despejado bastantes dudas, así que salimos de él con
una idea mucho más clara acerca de la iconografía erótica clásica, que es justo
de lo que se trataba. Una vez más, “Biblioteca de Ensayo” no nos ha defraudado.
El erotismo en el arte romano no solo se inspiró en las relaciones legítimas, también en las perversiones en donde se llevaban a cabo encuentros del mismo sexo y algunas fantasías realizadas por personas de la alta clase y con gran poder político.
ResponderEliminar