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sábado, 6 de junio de 2015

RESEÑAS DE LIBROS. “JARDINES. LOS VERDADEROS Y LOS OTROS” DE UMBERTO PASTI. ILUSTRACIONES DE PIERRE LE-TAN (ELBA)


TRAS LA ÚLTIMA PÁGINA, SERÁS CAPAZ DE DISTINGUIR UN VERDADERO JARDÍN DE UNA MERA ACUMULACIÓN DE PLANTAS SIN ALMA. TODO UN APRENDIZAJE.

Hay muchas maneras de llegar a saber de un libro, de acercarse a él, de dejar que nos cuente lo que lleva dentro. En mi caso, no llegué a “Jardines…” por su asunto; disfruto mucho de los jardines, pero no suelo leer al respecto. Tampoco fue por el autor, al que no conocía en absoluto. Fueron las ilustraciones de Pierre Le-Tan las que me llevaron a “Jardines…”. Lo conozco desde hace muchos años como ilustrador de las portadas de Patrick Modiano (mucho antes de que recibiera el premio Nobel) para Gallimard, en su colección Folio de bolsillo. Siempre me ha admirado su interpretación en dibujos de ese universo onírico tan propio de Modiano, hasta el punto de que ya no puedo imaginar otras portadas para sus novelas, como tampoco se puede pensar en “El Pequeño Nicolas” sin los dibujos de Sempé o en las historias de Roald Dahl sin las ilustraciones de Quentin Blake.





Ya tenía el libro en mis manos, gracias a Pierre Le-Tan, como digo. Y entonces, al pasar las primeras páginas, caí, para mi asombro, en el prólogo de José Carlos Llop, uno de los autores españoles contemporáneos más interesantes, tanto como lo puede ser Modiano en Francia, y con universos muy próximos entre sí. Y además, comisario de la exposición que el Centro de Arte Reina Sofía dedicó a la obra de Pierre Le-Tan en 2004, en cuyo catálogo, como el propio Llop cuenta, se incluyó, a instancias de Pierre Le-Tan, un artículo de su amigo Umberto Pasti. De este modo, queda cerrado el círculo que une a estas cuatro personalidades fascinantes.



Umberto Pasti se dedica a muchas cosas. Es periodista, traductor, escritor, coleccionista, y sobre todo jardinero, de su propio jardín cerca de Tánger y de los que acepta idear por encargo. En este libro, trata de resumir su filosofía personal en torno a esos espacios mágicos que son los jardines. Para ello, lo primero que hace es despotricar contra todos los que no considera como tales, como el del coleccionista, el del millonario, el de diseño, el morisco o los de las rotondas de las carreteras. Arremete contra todos ellos con una mezcla de furia y humor, que resulta irresistible y muy divertida. En su diatriba apenas salva los jardines más modestos, las humildes latas con plantas de las gasolineras, los que cultiva la señora normal y corriente para su propio disfrute o el patio pobre y algo desordenado de una familia marroquí donde los animales y los cachivaches abundan más que las propias plantas. En sus propias palabras, la belleza de un jardín radica en su funcionalidad, en lo que lo vincula a las necesidades de los que lo cultivan, por eso considera que un jardín es hermoso cuando se plantan en él especies que podrán completar todo su ciclo de vida, siendo además coherentes con la historia y la cultura del lugar. Al contrario, un jardín le resulta feo y vulgar cuando el criterio estético es el único que se utiliza para su disposición. Para Pasti, la belleza de una planta se encuentra en su propia vida y la jardinería sólo lo es de verdad cuando fomenta el conocimiento y el respeto por las múltiples formas en que esas vidas se entrelazan con la nuestra.






Al final, a pesar de haber llegado hasta el libro de Pasti por los dibujos, cierro la última página feliz por sentirme ahora capaz de distinguir un verdadero jardín de una mera acumulación de plantas sin alma. Todo un aprendizaje.


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