CÓMO PRACTICAR LA ATENCIÓN PLENA SOBRE UNA BICICLETA PARA
ACERCARNOS A ALBERT EINSTEIN
Con "Einstein y el arte de montar en bicicleta"
inauguraba la editorial Siruela "Tiempo de mirar", una colección
dedicada a la meditación y a la atención plena que ya cuenta con cuatro títulos
y que es tan atractiva y está tan bien editada, que lo primero que uno hace es precisamente
dedicar un buen rato a mirar los libros en sí, con sus cubiertas de excelente
calidad, como las de antes, y sus guardas decoradas.
"Einstein y el arte de montar en bicicleta"
nos ofrece una buena introducción al mundo de la atención plena, al de la
bicicleta y a la personalidad del gran genio de la física del siglo XX.
Lógicamente, el tamaño del libro no permite profundizar en ninguno de los tres campos.
Tampoco lo pretende. Pero sí nos presenta de manera intercalada tres materias
que, siendo aparentemente muy ajenas entre sí, se encuentran mucho más próximas
de lo que podríamos pensar a priori.
De Einstein se nos destaca su creatividad intelectual
y su capacidad de concentración como elementos clave del trabajo científico que
llevó a cabo y que asombró al mundo. Se nos avanza además algo de su humanismo,
y de su particular personalidad. Una filosofía de vida la suya donde el humor,
la modestia y la amabilidad ocupan un lugar principal.
Desde el punto de vista del autor, montar en bicicleta
nos puede ayudar a alcanzar muchas de las virtudes que caracterizaron a Albert
Einstein. No sólo porque cuando pedaleamos llegamos a alcanzar un nivel
extraordinario de concentración y ensimismamiento, que son los generadores de
la creatividad, sino porque es además un medio de transporte amable con el
medio ambiente y con los demás, que alcanza una velocidad a la medida del ser
humano, y que no nos separa por medio de ninguna cabina del resto de las
personas que nos encontramos en el camino, permitiéndonos así empatizar con
ellas.
La bicicleta es también un vehículo modesto, que no
invita a la presunción. Sirve para trasladarnos de un lugar a otro, pero no
para considerarnos superiores a nadie. Y, además de ayudarnos a recuperar el
contacto con lo que nos rodea, paisajes y gentes, nos permite sentirnos parte
de la globalidad cuando dedicamos varios días, o quizá semanas o meses, a hacer
cicloturismo por el mundo.
Visto el tratamiento que le da Irvine a la forma de
ser y trabajar de Einstein, y al ciclismo, es ya fácil entender su relación con
la atención plena y la meditación. Sobre todo si tenemos en cuenta que hay
muchas formas de meditación y que la que se practica en movimiento es una de
ellas.
Al final,
cuando acabamos de leer "Einstein y el arte de montar en bicicleta",
Irvine nos ha convencido. Estamos deseando acercarnos a cualquier librería para
hacernos con un ejemplar de "Mi visión del mundo" de Einstein. Pero
no acercarnos de cualquier modo, sino despacio, concentrados y disfrutando del
momento presente. O sea, en bicicleta, por supuesto. No se le puede pedir más a
un libro como éste.
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