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miércoles, 23 de noviembre de 2016

RESEÑAS DE LIBROS. "EL MISTERIO DE LAS CABRAS Y LAS OVEJAS" DE JOANNA CANNON (GRIJALBO)


UN VIAJE NOSTÁLGICO A LOS 70 DE LA MANO DE DOS DETECTIVES DE DIEZ AÑOS

En el verano de 1976, durante una ola de calor que todavía recuerdan los que la vivieron, una de las vecinas de un barrio residencial de las East Midlands en el Reino Unido desaparece. Dos niñas de diez años deciden entonces encargarse de averiguar qué es lo que ha podido ocurrirle. Para ello, algo confundidas por las palabras del párroco local, se dedicarán a ir buscando a Dios de puerta en puerta con el convencimiento de que Él las ayudará a encontrar a la mujer desaparecida y a distinguir de paso a los buenos de los malos (las ovejas de las cabras) siguiendo el pasaje de San Mateo (Mateo 25:31-46). Durante ese proceso irán averiguando muchos de los secretos que se esconden detrás de la puerta de cada uno de sus vecinos.

Éste es básicamente el argumento de "El misterio de las cabras y las ovejas", una novela en parte detectivesca, pero sobre todo nostálgica de una época, que hará las delicias de aquellos que tuvieron diez años alrededor de 1976, y muy especialmente de los que los pasaron en el Reino Unido. Porque una de las virtudes de esta novela es su capacidad para recrear la atmósfera de aquellos años, rememorando multitud de detalles de la vida cotidiana de entonces, que serán reconocidos de inmediato por aquellos que los vivieron. Otros de los elementos destacables serían su estilo, no brillantísimo, pero sí correcto, así como un discreto sentido del humor que ayuda a envolver a la perfección la mirada melancólica con la que se acerca Joanna Cannon a aquella época.

Pero encontramos también algunos aspectos menos acertados. Entre ellos, quizás el principal sea el tratamiento de los personajes. Es verdad que la relación entre las dos niñas es simpática y divertida, pero hay dos elementos, además contradictorios, que atacan de alguna manera a la verosimilitud de la narración. Por una parte, las niñas de diez años no son tan ingenuas como para ir buscando a Dios de casa en casa o para entrar en confusiones o malentendidos como algunos de los que se cuentan en la novela, pero por otra parte, tampoco son tan maduras como para hablar con la sofisticación con la que a veces lo hacen las dos protagonistas. A mí esto me parece un problema.

Por otra parte, hay tal abundancia de personajes-vecinos que resulta difícil no perderse entre nombres y direcciones. Decía Patricia Highsmith que una novela debería estar escrita de tal manera que el lector no necesitara volver atrás para identificar al personaje del que se está hablando. Pues, bien, yo tuve que hacer esto varias veces.

Por último, me parece que esta novela es demasiado extensa. No habrían hecho falta tantas páginas para contar esta historia. Se podría haber reducido en un tercio sin menoscabar la historia. Probablemente eso habría ayudado también a evitar la confusión de personajes.

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