TODOS SOMOS CROQUETA Y EMPANADILLA
Si en el futuro un
historiador quisiera hacerse una idea de cómo era una pareja joven y sin hijos de
principios del siglo XXI, haría muy bien en leerse este cómic de cabo a rabo y
sin perder detalle. Lo mismo vale para extraterrestres actuales de paso por la
Tierra que necesiten información sociológica urgente, aunque en su caso deberán
resolver previamente la confusión que les pueda ocasionar que los protagonistas
sean una croqueta y una empanadilla en lugar de dos seres humanos más
convencionales.
A lo largo de su primer
cómic, Ana Oncina consigue ilustrar a la perfección la vida cotidiana de esa
jovencísima pareja que inicia una relación y una vida en común. Para ello, nos
presenta escenas sucesivas y no demasiado enlazadas entre sí, en las que todos,
unos más que otros, acabamos por reconocernos. Es verdad que el lector, igual
que ese hipotético extraterrestre del que hablábamos, tendrá que superar el impacto
inicial de la condición alimentaria de los personajes. Pero, al final, uno se
da cuenta de que ese elemento, algo perturbador al principio, resulta que viene
muy bien porque permite que todo tipo de parejas se puedan ver reflejadas en
estos personajes tan cuquis.
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