SE LEE CON INTERÉS Y SE PASA UN BUEN RATO, PERO NADA
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Según contaba Javier Marías en uno de sus artículos, las novelas del escritor británico Colin Dexter eran de las favoritas de su padre, el filósofo Julián Marías. Aunque el escritor reconocía no haberlas leído, por no ser muy aficionado al género policiaco (a diferencia de su padre), sin embargo, sí elogiaba tanto la serie de televisión basada en ellas, “Morse” (nombre del inspector de policía protagonista), como otra serie, “Lewis”, que, si bien ya no adaptaba ninguna de sus obras, sí tomaba prestado a uno de sus personajes, el sargento Lewis (convertido ya en inspector), para desarrollar nuevas tramas detectivescas, manteniendo el ambiente “british” de la serie original.
Con estos antecedentes,
navegué por internet a la caza y captura de las novelas de Colin Dexter
traducidas al español, y la verdad es que no resultó tarea fácil encontrarlas a
un precio aceptable porque están todas descatalogadas. Si vamos a eso, tampoco
sus series para la televisión son demasiado accesibles para el espectador
español, ya que sólo se encuentran en inglés subtituladas en inglés. Cuando por
fin logré hacerme con algunos títulos en una librería especializada, me sentí
como el descubridor del arca de la alianza y me zambullí de inmediato en la lectura
de uno de ellos, “El camino que atraviesa el bosque”.
Como os podéis
imaginar, tanta búsqueda y tanta expectativa, lo más probable es que acabe por
conducir, en mayor o menor grado, a algún tipo de decepción. Y así fue. El
ambiente de la novela es desde luego muy británico, tanto que se desarrolla en
los alrededores de Oxford. Sin embargo el propio Morse, al que algunos comparan
con el comisario Maigret, me parece un personaje algo plano. Alcohólico,
taciturno, pagado de sí mismo, inteligente, enamoradizo, solitario, pero sin
matices, sin que despierte mucho interés en sí mismo, al margen de su papel
como canalizador de la intriga. No creo que tenga como personaje la riqueza del
mencionado comisario francés. Tampoco su ayudante lo mejora. El propio Watson,
al que Conan Doyle no presta demasiada atención, me parece que cuenta con más envergadura
literaria que este Lewis.
Por otra parte, la
trama es tan enrevesada como para hacer que la verosimilitud, al menos la mía,
se resienta. Demasiado giro, excesivas curvas, demasiada complejidad para ser
verdad. Todo ello, además, en manos de un novelista, digamos normal (o sea, no
un genio literario), acaba produciendo muchos desequilibrios en la historia:
personajes que parecen importantes y después se abandonan; fragmentos del diario
del supuesto asesino, que se comienzan intercalando en la trama y de pronto se
olvidan; o avances en la investigación no del todo explicados por muy
inteligente que pueda ser el inspector Morse.
Hay además a lo largo
de toda la novela un constante matiz sexista, por no decir directamente
machista, en el tratamiento de los personajes femeninos que puede resultar algo
molesto al lector actual. En ese sentido, parece más una de esas novelas mal
envejecidas de los setenta, como las de Trevanian, por ejemplo, que una novela de
mitad de los noventa como es ésta.
Y eso que la
historia es curiosa, incluso ingeniosa, pero me parece que habría precisado de
un escritor de más talento para llevarla adelante con acierto. A pesar de todo,
se lee con interés y se pasa un buen rato, pero nada más. Al final, he acabado
entendiendo por qué no se han reeditado los títulos que en su momento publicó Plaza
y Janés. A lo mejor no merecen tanto la pena.
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