Uno de los principales defectos de las adaptaciones de clásicos de la literatura al mundo del cómic suele ser el exceso de texto, el predominio de la letra sobre el dibujo debido casi siempre a la incapacidad de sus autores para trasladar lo que en un principio sólo era letra a un lenguaje visual. En estos casos, los dibujos acaban por convertirse en meras ilustraciones del texto y no en las herramientas narrativas que deben ser por sí mismas.
Bueno, pues esto que acabo de contar es justo lo que NO ocurre en la adaptación que Santiago García (historietista) y David Rubín (dibujante) han hecho de Beowulf, el gran poema épico anglosajón en el que el héroe nórdico Beowulf se enfrenta a tres monstruos sobrenaturales a lo largo de su vida. En este cómic todo es dibujo, todo es color, casi siempre rojo, como la sangre que sale a borbotones de monstruos y guerreros; el texto aquí queda reducido a la mínima expresión y gracias a ello, sus autores son capaces de transmitirnos visualmente toda la crudeza y la brutalidad que se desencadenan en el enfrentamiento de un sólo hombre con verdaderos monstruos, y al hablar de verdaderos monstruos, lo que quiero decir es que los que aquí aparecen son seres carentes de cualquier rasgo o gesto que los acerque al ser humano, son pura bestialidad.
Pero el dibujo y el color no son los únicos aciertos de esta adaptación, también hay que quitarse el sombrero ante el extraordinario trabajo en la maquetación de las viñetas, aprovechando una vez más una herramienta exclusiva del cómic para ayudar a la narración.
En resumen: una obra maestra.
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