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martes, 11 de marzo de 2014

PATRICK MODIANO Y EL RECUERDO ENCUBRIDOR


Me dispongo a escribir esta entrada con el convencimiento de que no la llevaré a buen término, de que no seré capaz de explicar a los que no lo han leído lo increíblemente atractivo que resulta el universo de Patrick Modiano, un escritor cuya obra ha sido víctima de los caprichos de la edición en español. A pesar de que gran parte de su obra ha sido traducida y publicada en nuestro país, los cambios constantes de editorial y las ediciones modestas han conseguido que este escritor consagrado en Francia no haya pasado de autor minoritario entre nosotros. Parece ser que estos últimos años, desde que ha comenzado a publicarlo la editorial Anagrama, el panorama puede estar cambiando.

La característica principal de la obra de Modiano, lo que la hace en mi opinión diferente y especial, es su capacidad de describirnos el pasado tal como lo vemos, de caminar por el nebuloso espacio del recuerdo. Toda la literatura es recuerdo, siempre asumimos la ficción de estar leyendo los recuerdos del narrador, tanto si habla en primera persona como si se refiere a otro, lo que cuenta ha debido de suceder justamente por el hecho de estar contándolo y, al narrarlo, se supone que previamente lo ha recordado. Sin embargo, este recuerdo tal y como se suele transcribir en la literatura no es creíble. Una vez plasmado en el papel sólo nos lo creemos empujados por el ansia de creerlo que tenemos como lectores, pero su apariencia no puede ser menos real. Esas descripciones precisas, esos diálogos exactos, todo es demasiado nítido y claro como para que sea fruto del recuerdo de nadie.

Modiano es el único escritor que yo conozco capaz de poner en palabras el ambiente borroso, oscuro, desdibujado y misterioso de los recuerdos. Más que describir lo que le pasó a su personaje, trata de contar lo que recuerda que pasó o, más difícil todavía, lo que deduce que pudo ocurrir a partir de la mínima información que obtiene de algunos recuerdos mal hilados, de la evocación que surge al contemplar fotos y objetos olvidados, o del paseo a través de vulgares paisajes urbanos que en su momento fueron importantes para alguien. Lo que pasó, lo que recordamos que pasó y lo que creemos que pudo pasar a partir de lo que recordamos son, como es obvio, realidades bien distintas.

Un concepto que para Modiano es muy importante (él mismo lo reconoce en sus entrevistas) y que es recurrente en todas sus novelas es lo que en su “Psicopatología de la vida cotidiana” Freud llamó “recuerdo encubridor”. Es decir, el recuerdo reconstruido ficticiamente desde sucesos reales o fantasmas. Todos tenemos nuestras cabezas llenas de recuerdos encubridores (yo, por ejemplo, creo que resumo toda mi infancia cuando me recuerdo a los diez u once años contemplando la calle desde la ventana del salón de mi casa un sábado nublado de otoño alrededor de las cuatro de la tarde) pero Modiano además es capaz de construir toda una obra en torno a ellos. Ha escrito más de treinta novelas y en todas ellas ese recuerdo equivocado y tramposo es el que conduce a los personajes a través del argumento.

Con esto no quiero decir que las novelas de Modiano sean oníricas ni nada parecido. No sé a vosotros, pero a mí los sueños en novelas y películas me resultan aburridísimos. También cuando alguien se empeña en contarme los suyos. Los sueños sólo resultan entretenidos para el que los ha soñado.

Aunque algunos dicen que Modiano sería una especie de Proust con menos músculo, tampoco habría logrado mi objetivo si, al leer esto, se llega a la conclusión de que es un escritor de estilo difícil y enrevesado. Ni muchísimo menos. Sus novelas, sencillas y entretenidas, se leen casi como si fueran novelas negras en las que, eso sí, el detective, la víctima y el asesino se solapan en el protagonista.

Por otra parte, y a pesar de que la memoria y el recuerdo constituyan la fuerza motora de su obra, la nostalgia como tal no está presente. O al menos a mí no me lo parece. La obsesión de los protagonistas por investigar sobre su pasado no va acompañada de un deseo doloroso de volver a él. Se trata más bien de la necesidad de averiguar qué pudo pasar.

Os añado a continuación el argumento de algunas de sus novelas (según el resumen del editor), que a mí me parecen importantes, por si pueden completar de alguna manera mi (probablemente) fallido intento de transmitiros los motivos de mi entusiasmo por su obra.

CALLE DE LAS TIENDAS OSCURAS

¿Quién empuja a un tal Roland Guy, empleado de una agencia de detectives a salir en busca de un desconocido que desapareció hace tiempo? ¿La necesidad de encontrarse a sí mismo después de años de amnesia? A lo largo de su investigación, recogerá fragmentos de la vida de este hombre que fue tal vez él y con el que, de todos modos, acaba finalmente por identificarse.


TAN BUENOS CHICOS

En los alrededores de París, el Colegio de Valvert, apodado el Castillo por su parque, sus banderas y sus bosques, tiene como internos "buenos chicos" más o menos abandonados por sus familias – ricos o arruinados, inestables, cosmopolitas, sospechosos. Allí llevan a cabo sus estudios, creando lazos de amistad tanto entre ellos como con sus profesores un tanto pintorescos. Más tarde, la vida los dispersa.  

Pasan veinte años. Gracias a su memoria y a su curiosidad, el narrador – quizás el mismo Modiano - reconstruye el viejo espíritu llevando a cabo una especie de investigación acerca de lo que el tiempo ha podido hacer de sus antiguos compañeros.


BARRIO PERDIDO

Un domingo de julio, Ambrose Guise llega a Paris. Nadie. Salvo las estatuas. Una ciudad fantasma, le parece, tras un bombardeo y el éxodo de sus habitantes. Autor inglés de novelas policiacas, viene a reunirse con su editor japonés. Pero va a aprovechar este viaje para resolver los misterios de su pasado, del tiempo en que era francés y se llamaba Jean Dekker, hace veinte años. Hace entonces surgir extraños lugares en un París crepuscular y alucinado: une habitación secreta en la rue de Courcelles, frente a una pagoda; una gran planta baja que da a un jardín en place de l’Alma… Despierta a los fantasmas de Georges Maillot, al volante de su coche blanco, de Carmen Blin, Ghita Wattier, de los Hayward... Todo un barrio perdido de la memoria es así revisitado y liberado el secreto de sus encantos y de sus sortilegios.


DORA BRUDER

Una adolescente perdida en los pliegues del pasado resume en su desoladora peripecia vital el sufrimiento de toda una época: el continente europeo en la era hitleriana, visto desde la perspectiva actual, y la aventura moral del escritor que trata de recobrar la verdad de aquel tiempo y aquellos seres.

El 31 de diciembre de 1941, en el periódico Paris-Soir, apareció un anuncio dramático: unos padres buscaban a su hija, de 15 años, que se había fugado de un colegio de monjas. Nueve meses más tarde, el nombre de la muchacha aparece en una lista de deportados al campo de exterminio de Auschwitz. Al filo de estas dos desapariciones sucesivas conocemos el destino de todo un pueblo, de toda Francia y de toda Europa, en un momento de dolor y violencia, en el que la pureza resalta sobre un fondo de destrucción. Pero el tema del libro no es sólo la vida de Dora Bruder, sino la búsqueda del propio autor que trata de reconstruir aquella biografía borrada.



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